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LA NUEVA DEL CASTRISMO: SOLIDARIDAD PETROLERA

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Por Redacción Nacional

La Habana.- En nombre de la solidaridad, la Asociación de Cubanos Residentes en México «José Martí» ha anunciado una campaña ambiciosa —y simbólicamente cargada— para enviar un barco con 400 mil barriles de petróleo a Cuba.

El gesto, que busca replicar iniciativas del período especial, pretende ofrecer un alivio al colapsado sistema eléctrico de la isla. Sin embargo, detrás de la retórica de apoyo internacional y de los homenajes a Fidel Castro, emergen preguntas incómodas sobre la eficacia, la oportunidad y la narrativa política que envuelve este tipo de acciones.

La iniciativa será presentada el próximo 13 de agosto de 2025, en coincidencia con el centenario del natalicio del dictador mayor. El simbolismo no es gratuito. La memoria de Fidel sigue funcionando como catalizador de movilizaciones transnacionales que apelan tanto a la épica revolucionaria como al sentido de comunidad de una diáspora que, pese al paso del tiempo, mantiene vivos ciertos vínculos de identidad. No obstante, ¿qué impacto real puede tener el envío de un solo barco de petróleo en medio de una crisis estructural del sistema energético cubano?

Desde la perspectiva declarada por Olivia Garza, vicepresidenta de la asociación, se trata de algo más que un gesto: es una reafirmación de compromiso político y afectivo con un país asediado por un bloqueo económico de más de seis décadas.

La campaña busca impactar directamente el sistema energético, al tiempo que se inscribe en un proyecto de largo aliento titulado “Fidel, eterno e invicto”. Pero entre el deseo y la realidad media una distancia difícil de sortear con buenas intenciones.

El problema no es el petróleo

Hoy, el sistema eléctrico cubano no sufre únicamente por falta de combustible. La infraestructura es vieja, obsoleta en muchos casos, y las fallas técnicas son persistentes. Un solo envío, por más simbólico que sea, no soluciona un problema que es técnico, político y financiero. Además, iniciativas como esta reavivan un debate de fondo: ¿hasta qué punto la solidaridad internacional puede sustituir una política energética nacional coherente y sostenible?

Cabe también preguntarse por el momento elegido. Mientras en México el gobierno ha sido cuestionado por enviar petróleo a Cuba mientras hay comunidades locales sin abasto de gasolina o con apagones frecuentes, esta campaña se suma a una narrativa gubernamental que muchas veces prioriza la geopolítica sobre las urgencias domésticas.

El XXIX Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba, donde fue anunciada la propuesta, reafirma esa dualidad: la solidaridad no es neutra, es profundamente política. Y si bien la cooperación entre pueblos merece celebrarse, también exige rendición de cuentas, evaluación de impacto y sobre todo, transparencia.

La historia del régimen castrista está llena de actos de entrega y sacrificio. Pero en 2025, a un siglo del nacimiento de Cenicero Andante, conviene también recordar que los símbolos no encienden turbinas, ni sostienen redes eléctricas. Que la nostalgia es poderosa, pero no genera megavatios. Y que la verdadera solidaridad pasa por el respeto a la soberanía energética… incluyendo la capacidad de reformarla.

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