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Por Jorge Menéndez ()
Cabrils.- En Cuba, la distorsión de lo cotidiano ha alcanzado niveles alarmantes. Resulta indecente que medios oficiales como Tribuna de La Habana publiquen reportajes sobre puntos de venta de autos y motocicletas en dólares estadounidenses (USD), cuando ningún ciudadano cobra su salario en esa moneda. Esta práctica, lejos de ser cuestionada, se presenta como algo normal, incluso deseable.
Los reportajes destacan supuestas bondades: facilidad de compra, eliminación de colas, servicios postventa con piezas de repuesto y talleres mecánicos. Pero lo más revelador es la “imperiosa necesidad” de instalar grupos electrógenos para no interrumpir las ventas, mientras en los hospitales mueren pacientes por falta de electricidad. ¿Qué clase de prioridades rigen hoy en Cuba?
Todo indica que el próximo paso será dotar de energía autónoma a cada establecimiento que recaude divisas. La economía nacional se encuentra en un estado de colapso tan profundo que ninguna de sus ramas se salva. El modelo económico vigente —si es que puede llamarse así— responde más a la improvisación y al interés de una élite gobernante corrupta que a una planificación racional.
Los parques solares, están siendo desmantelados para aprovechar vigas, tornillos y tuercas. Las placas solares, probablemente, nunca se utilicen, víctimas de la delación sistemática promovida por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), piedra angular de un sistema basado en el control y la sospecha.
Lo verdaderamente abominable es el olvido absoluto de la vida humana. El gobierno cubano promulga decretos absurdos por decisión presidencial, mientras el dólar se convierte en el eje de un nuevo neoliberalismo tropical. Las tierras se venden a extranjeros, proliferan firmas foráneas y se asfixia a las pequeñas y medianas empresas (pymes), que son las verdaderas generadoras de riqueza y empleo.
Cada vez queda menos espacio para que el cubano pueda desarrollarse en su propio país. Los negocios en USD florecen gracias a las remesas enviadas por los propios cubanos, mientras ellos mismos quedan excluidos del sistema que financian.
Estamos en un momento crucial. O se detiene esta deriva, o la libertad se nos escapará de las manos. Ya no hay vuelta atrás: lo que antes se hacía en secreto, hoy se publica en la prensa con total normalidad.
Es imperativo instalar un grupo electrógeno en una tienda recaudadora de divisas antes que en un hospital. Es prioritario recaudar dólares antes que velar por el bienestar de la gente. Este despropósito no puede permitirse.
El desprecio gubernamental hacia el pueblo cubano es ya manifiesto en todos los órdenes. Detenerlo es una tarea urgente. Es una tarea para hoy.