Historias de la Literatura ()
La Habana.- A las cinco y cuarto de la tarde del 27 de agosto de 1635 murió Lope de Vega.
Todo Madrid lo despidió en las calles y las honras fúnebres duraron nueve días.
Luego de una vida llena de amoríos, Lope paso sus últimos años como sacerdote. Fue por ello que la venerable congregación de los sacerdotes de Madrid portó su féretro.
A pedido de su hija, sor Marcela, la procesión pasó frente al Convento de las Trinitarias Descalzas, en el que profesaba como monja de clausura, para poder despedirse de su padre a través de las rejas del convento.
Sus restos fueron depositados en la Iglesia de San Sebastián y el duque de Sessa pagó todos los gastos.
Años después, cuando el duque dejó de pagar los 400 reales anuales que costaba el alquiler de la tumba, sus restos pasaron a una fosa común. Hoy en día se desconoce su paradero.
“Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí, mañana tal vez, nos hayamos marchado”.
Lope de Vega
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