
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Rafael Muñoz
Berlín.- De las cosas más primitivas que he experimentado de aquella isla, es la relación entre humanos y animales. Aunque a veces las fronteras se confunden.
La ley de maltrato animal debía venir a poner orden en ese tema, pero como muchas otras leyes, están ahí, impresas en papel higiénico para que cada cual le dé el uso correspondiente.
Con el aumento de la emigración han aumentado los posts en Facebook alertando sobre el aumento de animales domésticos abandonados. Veo con más frecuencia que nunca animales sacrificados en ritos bárbaros. Cuádrupedos y aves adornando cualquier esquina o árbol, en ofrendas para el santo de turno.
Hoy, en el colmo del desparpajo he encontrado un perfil que anuncia la cría de gallos de pelea y publica las fechas de las peleas próximas y sube videos del lugar donde ocurren las mismas.
Según recuerdo, el fenómeno de las peleas de animales (perros, gallos o guppies) siempre estuvo perseguida y sancionado en Cuba. Más ahora que existe una ley de protección animal.
Cuba tiene muchos problemas, pero uno de los más graves es la falta de civilidad que aumenta entre sus habitantes.
Cualquier sistema puede ser cambiado de un día para otro por la fuerza o en las urnas. Las tiendas se pueden llenar de un día para otro, los suministros pueden llegar en una noche y llenar todas las tiendas de la isla. Pero llenar la cabeza lleva tiempo.
Cuando se clama por justicia social, se clama por el paquete completo. Construir un país no se trata solo de llenar la barriga sino de crear normas y hacerlas respetar por todos. Esas normas incluyen también la relación entre humanos y animales.