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Por Datos Históricos
La Habana.- En pleno siglo XII, en Mesopotamia, nació un hombre cuya mente parecía adelantada varios siglos a su tiempo: Al-Jazarí (1136–1206). Ingeniero, inventor y soñador, dejó como legado un libro único: El conocimiento de dispositivos mecánicos ingeniosos, una obra que reunía más de cien creaciones capaces de asombrar, incluso hoy.
Entre sus maravillas destaca la llamada fuente pavo real. A simple vista era un lavamanos, pero al accionar la cola del ave se desataba la magia: el agua fluía, una pequeña figura ofrecía cenizas vegetales —el equivalente al jabón de la época— y, tras un momento, aparecía otra figura con una toalla. Un espectáculo de mecánica y arte que transformaba un gesto cotidiano en un ritual lleno de asombro.
Más de ocho siglos después, Al-Jazarí es recordado como uno de los padres de la robótica. Sus máquinas no solo resolvían problemas prácticos, también despertaban la imaginación, recordándonos que la ingeniería siempre es, en el fondo, una forma de crear maravillas.