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Por René Fidel González ()
Santiago de Cuba.- Ellos saben la razón por la cual no van a dar explicaciones de su impiedad, ni siquiera con una nota oscura, burocrática y absurda en que las víctimas parecen culpables y los hechos, ajenos a todo. Nosotros también.
La canallada ha sido porque para ellos, un hombre inocente de todo, menos de ejercer espontáneamente un derecho constitucional y de ser su adversario político, merece ser castigado. En realidad, para ellos, da igual como se llame el castigado, es a nosotros.
La maldad engendra impiedad, es cierto, pero ella misma en política es siempre hija del irrespeto y el desprecio, del deseo de excluir y obliterar al otro.
Sobre el silencio y la impiedad se puede decir algo esencial. En Cuba cuando las instituciones callan es porque el Partido quiere hacer silencio. De la impiedad, se sabe, venga de donde venga, es gesto de ausencia de poder, de miedo, de mezquina venganza, de odio.
No, no se pueden excusar de su responsabilidad, ni siquiera hacerla recaer sobre otros. No se puede tener todo el poder y ninguna responsabilidad, al menos no ante nosotros.