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Por Ramón García Guerra ()

La Habana.- Dijimos en otra ocasión que la clase dirigente en Cuba está compuesta por dos bandos. Un bando rojo (político) está integrado por leninistas trasnochados y fidelistas nostálgicos. El bando azul (gerencial) está hecho de tecnócratas autistas y burócratas miopes políticos.

Los primeros han sido los responsables. Los segundos sus cómplices en la ofensiva neoliberal que se inició con la ampliación del trabajo por cuenta. Esta ofensiva termina con el tarifazo de ETECSA. Además, pasa por la montaña de papeles que han dejado por el camino.

Durante los tres últimos lustros hemos sido testigos de la transición contrarrevolucionaria antipopular. Esta transición se inició con los Lineamientos y la Conceptualización –obra realizada por los leninistas. Luego pasó por el Reordenamiento y la Bancarización –tarea cumplida por los tecnócratas–. Finalmente culmina con la Dolarización, que es el acto de coronación del proceso.

Escuchamos el canto del cisne en Cienfuegos en la voz de Manuel Marrero. Él dijo que estaba en curso una estrategia que primero se proponía hacer quebrar todo lo estatalizado. Después privatizaría la economía.

La debacle

Luego, a nivel de discurso, esa política se justificó con la corrección de un asistencialismo de Estado. Este asistencialismo hace insostenible al sistema. Como solución, se propone seguir con una restructuración de la economía. Esto incluye la promesa de crear un estado de bienestar a favor del pueblo.

Entonces se ha cerrado el proceso y se ven cuáles son los resultados.

Durante un tiempo se mantendrá la retórica socialista, hasta llegar el momento en que ocurrirá un acto de sinceramiento. En ese momento se impondrá un nuevo discurso, capitalista.

Aunque no todo se ha perdido. Porque el malestar popular que recorre la Isla se ha convertido en una masa de conciencia crítica. Esto ha estallado en una protesta estudiantil, que parece ser el detonante de la rebelión de un pueblo insumiso.

Entiendo que es eso lo que está en juego a esta hora con el paro estudiantil. Sabemos que quién se opone a la acción cívica de los estudiantes son todos los agentes y fuerzas de la reacción.

El bando rojo no suelta

Vemos al bando rojo reaccionar de un modo instintivo tratando de retener las riendas de un poder que sabe que ha perdido. «Cerremos filas», dice Roberto Morales Ojeda, segundo en la línea del Partido y posible sucesor de Miguel Díaz-Canel.

La postura de los tecnócratas es más cautelosa. Porque se saben vencedores y porque se espera por la ocasión para realizar la ofensiva final. Esta ofensiva será de la contrarrevolución en Cuba en contra del campo popular y nacional.

Pienso que la postura de las izquierdas socialistas ante estas realidades no puede ser otra. Debemos acompañar al pueblo insumiso en la defensa de sus derechos y del proyecto de país que nos hemos propuesto realizar. Es por este proyecto que tanto hemos luchado.

Debemos de lograr que la estafeta hoy pase de los estudiantes a toda la sociedad.

Hagamos en los barrios lo que están haciendo los estudiantes en la Universidad. Convirtamos el grito popular de «comida y electricidad» en una bandera de lucha del campo popular y nacional. Obliguemos al régimen a sentarse en una mesa de Diálogo nacional.

Este es justo el momento en que todos aquellos que respaldan el paro estudiantil y están dispuestos a hacer algo ¡aquí y ahora! den un paso adelante.

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