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Por Oscar Durán
Bayamo.- Vamos a imaginarnos que fuiste al cementerio a echarle flores a un familiar y te topaste con la escena de la foto de portada. ¿Qué te da por hacer si una de esas cajas rotas y podridas pertenece a un ser querido tuyo? Así está ahora mismo el cementerio de Bayamo, una ciudad que en su momento fue catalogada como la más limpia de Cuba.
La denuncia de la bayamesa Daniela Batista ha indignado a más de uno en las redes sociales. “Entrar ahí es lo más desagradable de la vida: mal olor irresistible, las moscas por donde quiera y tumbas abiertas con una pudrición terrible”, cuenta.
“¿Qué está pasando en esta provincia? ¿Dónde están los servicios comunales? En cualquier momento hay una epidemia a gran escala y los dirigentes ni por enterados se dan”, cuestiona Batista.
Casualmente, ayer Miguel Díaz-Canel estaba en Granma. Debieron pasarlo por ahí para que junto a su Machi vieran la continuidad de su mandato en un cementerio podrido lleno de moscas y tumbas abiertas. Esas son las verdaderas visitas que deben hacer los mal llamados dirigentes cubanos. Ir a donde está la desgracia y tratar de resolverla, no andar de figurín por ahí haciendo cosas que al pueblo ni le va, ni le viene.
¿Díganme si esa imagen de la necrópolis de Bayamo es por culpa del bloqueo? Por supuesto que no. Es la decadencia de un sistema ineficiente, convertido, desde hace mucho tiempo, en un desastre, donde aumentar la barriga de un tipo con corbata es más importante que la desgracia de un pueblo.
La denuncia va a quedar ahí. Nadie hará lo más mínimo para resolver el problema. No deben tener ni un litro de gasolina para coger un camión y botar el vertedero andante en que se ha convertido el cementerio bayamés. Ni un mínimo de respeto hay por los muertos en este país.
En cualquier momento toda la pudrición llega a la tumba de Sindo Garay y los restos del trovador salen cantado La Bayamesa, con varios arreglos y en modo de protesta: “lleva en su alma la bayamesa, tristes recuerdos en su cementerio, cuando contempla su pudrición, lágrimas vierte de decepción”.