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Por Edi Libedinsky ()
La historia de Frank y Elizabeth Fraser y su perro Bobby es una increíble muestra de lealtad y determinación canina que se hizo famosa en Estados Unidos en la década de 1920.
En el verano de 1923, Frank y Elizabeth Fraser, junto con sus dos hijas, de Silverton, Oregón, emprendieron un largo viaje en automóvil. Iban hacia Indiana, el estado natal de Frank, para visitar a su familia. Con ellos viajaba su querido perro, un collie escocés y pastor inglés mestizo de dos años llamado Bobby, a quien la familia adoraba.
Durante una parada para repostar gasolina en Indiana, la tranquilidad se rompió. Bobby, asustado o provocado por una jauría de perros callejeros, salió corriendo. A pesar de los desesperados intentos de la familia Fraser por encontrarlo –buscaron durante una semana, pusieron anuncios en periódicos locales y hablaron con la gente del pueblo–, Bobby no apareció por ningún lado.
Con el corazón roto y la esperanza perdida, los Fraser tuvieron que tomar la dolorosa decisión de regresar a Oregón sin su amado perro.
Lo que ocurrió después es lo que convirtió la historia de Bobby en una leyenda. Seis meses después de que los Fraser regresaran a casa, en febrero de 1924, Frank Fraser se preparaba para ir a trabajar cuando vio un perro flaco y demacrado en la acera de Silverton.
Al principio, no le dio mucha importancia, pensando que era solo un vagabundo. Sin embargo, el perro lo miró fijamente y emitió un ladrido peculiar, una especie de quejido. Frank se quedó petrificado: ¡era Bobby!
El perro estaba irreconocible, delgado, con el pelaje enmarañado y las patas en carne viva, lo que indicaba el increíble viaje que había realizado.
Frank y Elizabeth no podían creer lo que veían. Bobby había recorrido aproximadamente 4.100 kilómetros (unas 2.500 millas) desde Indiana hasta su hogar en Oregón, solo y sin ayuda.
La asombrosa hazaña de Bobby rápidamente se extendió por todo el país. La prensa lo apodó «Bobbie, el perro maravilla». La gente quedó fascinada por su increíble sentido de la orientación, su resistencia y, sobre todo, su inquebrantable lealtad y amor por su familia.
Bobby se convirtió en una celebridad. Recibió numerosos homenajes, medallas (incluida una medalla de oro del alcalde de Portland) y regalos de admiradores de todo el mundo. Su historia fue publicada en periódicos y revistas, e incluso se hizo una película muda sobre él. En Oregón, su historia se pintó en murales callejeros, y en su ciudad natal se erigió un monumento en su honor.
Bobby vivió solo seis años después de su increíble viaje. Falleció en 1927 y fue enterrado con honores en el Cementerio de Mascotas de Oregón, con un funeral al que asistieron cientos de personas, incluido el alcalde de Portland y muchos niños. Su lápida lleva la inscripción: «Bobbie, el perro maravilla».
La historia de Frank, Elizabeth y Bobby Fraser es un conmovedor testimonio del vínculo entre humanos y animales, y de la asombrosa capacidad de los perros para superar obstáculos inimaginables impulsados por el amor y la necesidad de regresar a su hogar. Su historia sigue siendo una de las más inspiradoras y famosas sobre la fidelidad canina.