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Por Javier Bobadilla ()

La Habana.- Valentía es elegancia bajo presión, decía Hemingway. Cuando alguien participa en tres guerras y habla de valentía, hay que oírlo, aunque sea por respeto.

Hay una estética de la protesta. No es sólo lo que se hace, sino cómo se hace.

A las puertas de la Gran Logia de Cuba se reúnen los masones. Un hombre de traje y sombrero se dirige a la muchedumbre. Explica por qué están ahí, y qué están decididos a hacer. A su lado hay otro hombre, mulato, alto, con una camisa verde, impaciente. En un arranque da un paso, señala acusador a los que bloquean la puerta, menciona sus nombres y sus pecados, y mira a la cámara. Segundos después habrá de liderar la carga. Puede que no lo sepa, pero el Universo alrededor de él, sí.

El solo hecho de haberlo conocido en persona, es motivo de orgullo para mí. El hombre de la camisa verde es mi héroe porque yo nunca he sido el primero a la carga.

En una fiesta en un lugar lejano, hace tiempo ya, se plantó frente a mí una mujer 10 o 15 años mayor que yo. Me miró imponente, y me preguntó:

«¿Cuándo vamos a construir la Patria? Yo no tengo mucho que hacer. Tengo cuatro amigos en Facebook, y ninguno quiere hablar de política, porque tienen miedo. Yo no tengo mucho que aportar, pero sé que esto no puede seguir así.»

En aquella mujer había una energía como para derretir una termoeléctrica. Y yo sabía -porque eso se ve dibujado en la cara de las personas-, que el día que esa mujer perdiera el trabajo, la mitad de su familia se quedaba sin comer. Y ella también lo sabía. Aquella mujer es mi héroe porque yo nunca he arriesgado nada, y es un orgullo haberla conocido. Hasta el día de hoy no ha dejado de compartir y aconsejarme.

Aquel mensaje

Una estudiante me escribió que su facultad se iba a la huelga:

«Estoy haciendo la tesis.

La discuto en dos semanas.

Me estoy cagando del miedo.

Estoy tomando pastillas para dormir.

Y no duermo.

Y no puedo dejar de comer.

Pero yo voy a estar en la huelga.

Me moriré, y pa’ la pinga.»

Los jóvenes escriben así, entrecortados. No hacen un párrafo. Es el espíritu de los tiempos. También es el espíritu de los tiempos que el que tenga miedo a morir, que no nazca.

Aprende de la pelea misma

Yo nunca me he sobrepuesto al miedo. Encuentro salidas fríamente calculadas, limpias pero complejas, acrobáticas a veces, pero siempre mucho más seguras que el correr a la desesperada hacia un enfrentamiento incierto. Sé que un día llegará en que alguien encuentre mi miedo, y tendré que apretar el culo y correr hacia lo incierto. Me enorgullece y me fascina conocer a alguien que se ha enfrentado a lo que yo desconozco. Yo nunca hubiera hecho una cosa así a esa edad.

Busca una pelea que puedas ganar. No una que tengas ganada, porque no vas a crecer ni con la victoria ni con la derrota. No vayas a una pelea imposible, porque aunque logres el honor de una derrota espectacular, no servirá de nada. Aprende de la pelea misma. Sé en la pelea como quieres que te vean otros, como mismo ves tú a los que admiras.

Sé honorable mientras el oponente sea honorable. Oblígalo a ser honorable. Esa es la estética de la protesta.

¿Y si todo sale mal? Vive para pelear otro día. Vende el culo, pero nunca el corazón. Aprende de la derrota. Nunca le digas a nadie que se vaya a pique con un barco en el que no vayas a hundirte también, porque eso es estética de la protesta.

La elegancia como escudo contra la presión

Puedo citar unos filósofos aquí, de la antigüedad:

«Aunque la soga esté en tu cuello, aunque el dolor te toque dentro, eso es comienzo y no final del cuento. La fuerza de los hombres está en serlo todo el tiempo. ¿Qué volá? ¿Qué volá, asere?»

Alto Voltaje con DJ Flipper, hace un cuarto de siglo.

La elegancia es un escudo contra la presión. No te pido que salgas a pelear por algo en lo que no crees. Defiende tu espacio, el tuyo, el que conoces y entiendes. El que puedes abarcar elegantemente. En el que te mueves de una forma que Ellos no pueden. La forma importa, aunque por dentro te estés muriendo.

Y nunca te vas a sentir más vivo que cuando por dentro te estés muriendo, eso te lo puedo garantizar.

Hay una estética de la protesta. Hazme sentir orgulloso. Enséñame a pelear.

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