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La dictadura convierte la merienda escolar en propaganda

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Por Redacción Nacional

Artemisa.- La “merienda escolar en Artemisa está asegurada” para el próximo curso escolar. Así lo publicó el diario el artemiseño, como si estuviera dando la noticia de la llegada de los marcianos a Pinar del Río.

Señor mío, si la dictadura no es capaz de garantizarle a un cubano una libra de azúcar en la bodega, de dónde va a sacar alimentos para los estudiantes de secundaria básica. Una verdadera payasada, digna de quienes han hecho de la miseria un espectáculo de propaganda.

En agosto, según la prensa artemiseña, se revisaron las condiciones de los centros de elaboración y los parámetros de higiene. También se revisó la seguridad de las instalaciones. Puro teatro. El país entero sabe que los comedores escolares sobreviven con aceite reciclado, pan duro y agua con azúcar cuando hay suerte. Hablar de “higiene adecuada” en medio de cucarachas, filtraciones y alimentos en descomposición, es como asegurar que los hospitales cubanos están a la altura de clínicas suizas.

El show continuó con el famoso “parqueo de la merienda escolar”, donde desfilaron los pocos camiones que quedan en pie para el traslado de los cárnicos y embutidos. Estos camiones, dentro de un mes, estarán botados por falta de piezas o diésel. Porque esa es la realidad: no hay combustible ni para garantizar un servicio de ómnibus urbano, mucho menos para llevar la merienda a cada municipio. Pero el acto simbólico quedó registrado para la prensa, que es lo único que les importa.

Mientras tanto, la Directora de Comercio en Artemisa habla de asegurar transporte en municipios que no tienen medios propios, una «gran conquista revolucionaria».

Y un especialista de Gastronomía asegura que se dará prioridad a las producciones destinadas a la merienda. ¿Producciones de qué? Si en Cuba no hay harina, no hay carne, no hay leche en polvo. Lo poco que aparece es para el turismo, para la élite gobernante o para el mercado en dólares.

Al final, lo único asegurado en la isla es el hambre. El régimen juega a ilusionar con una merienda escolar mientras la mesa del cubano sigue vacía. Un país que no puede garantizar lo básico, que no tiene azúcar ni arroz en sus bodegas, no puede hablar en serio de meriendas escolares.

Es una burla, una farsa, un capítulo más de esa tragicomedia que llaman Revolución. En ella, los estudiantes aprenden desde temprano la lección más dura: en Cuba, la comida no es un derecho, es un privilegio manipulado por la propaganda.

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