LA CULPA NO ES DEL BLOQUEO

Por Abdel Legrá Pacheco

Miami.- El ex ministro de economía, José Luis Rodríguez, echó por tierra el crecimiento económico de la isla, anunciado por el régimen Castrista. Culpa al Bloqueo/Embargo de Estados Unidos de ser el máximo problema de la economía cubana, pero hagamos un análisis desde otra perspectiva, más allá del desastre económico, el ineficiente y obsoleto sistema productivo del sistema empresarial socialista y de la incapacidad de los cuadros políticos encargados de dirigir la economía del país.

Si el Desgobierno cubano cambiara su política de enfrentamiento con EE.UU, de ser líder del socialismo internacional, de dejar de inmiscuirse en temas políticos en la región y el mundo; de dejar de ser aliado de regímenes soberbios como Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela y otros, y se dedicara más al desarrollo equilibrado del país en todas las esferas -pues no contamos ya con un patrocinador como lo fue la URSS y el Campo Socialista- y democratizara la sociedad cubana, entonces el pueblo cubano no sufriría las consecuencias del desastre económico y social actual del país que tiene como único culpable una cúpula gobernante metida en intereses políticos e ideológicos de la geopolítica internacional, en vez de preocuparse por el desastre interno.

Por tal motivo, podemos asegurar que el principal problema de la economía cubana no es el supuesto Bloqueo/Embargo de que hace referencia el ex ministro de economía, más bien es el capricho, la soberbia de continuar por el camino del enfrentamiento con la principal potencia económica del mundo, y que sería, en mi opinión, la única buena relación que nos sacaría del desastre que vive el pueblo pues las alianzas político-estratégica con Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela no nos resolverán la tremenda crisis imperante.

Entonces, ¿por qué no cambian el discurso de enfrentamiento con el vecino del norte, el único que puede mejorar la situación precaria que se vive en Cuba? El bloqueo no es el culpable, más bien el viejo capricho de un difunto que vivió como un rey y dejó un legado perpetuo a la ineficiente e incapaz cúpula gobernante encargada de la continuidad de un legado fallido.