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Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- El amarillo tiene una cuota de responsabilidad en los retrocesos y está probado. Décadas atrás todos nuestros taxis eran blancos. Paraban si les daba la gana al tipo pero eran para todos. Lucían su color blanco con cuadritos rojos, sus abolladuras, sus olores a gasolina, su taxímetro y llenaban parqueos en sus bases.
Alguien vio demasiadas películas de New York y decidió pintarlos de amarillo para que lucieran como versiones caribeñas de Yellow Cab. Seguían cogiendo para donde les diera la gana, olían a gasolina todavía pero se volvieron altaneros, selectivos, escasos, elitistas.
Cuando los taxis eran blancos habían guaguas de cualquier color, que demoraban y se abarrotaban pero eran baratas, solidarias y alegres. Las damas, las señoras, los abuelos, discapacitados y los infantes tenían prioridades para la gente. Siempre alguno se hizo el dormido o el distraído.
Los pintamos de amarillo y las guaguas siguieron siendo de cualquier color pero demoran o se pierden sin aviso, son roñosas, semiprivadas, y caras. Las damas, las señoras, los abuelos, discapacitados y los infantes son invisibles para los ojos de los sentados, aunque visiten un gimnasio y estén saludables como robles.
Cuando los taxis eran blancos había respeto, solidaridad, altruismo. La leche esperaba al bodeguero en la puerta, impoluta, sellada, despreocupada, segura. Desandabas las oscuras madrugadas solo con miedo a algún perro desagradable y desvelado. La cuenta te daba.
Los pintamos de amarillo y se perdió el respeto, te gritan, te humillan, te dan la espalda, te graban un video de tu muerte. Las angarillas se fueron, y los pomos. Te roban los ladrones, los vendedores, los bodegueros…muchos te roban. Tienes miedo de desandar las oscuras madrugadas, los perros desvelados también tienen miedo.
Ya no podremos pintar los taxis de blanco nuevamente, eso dicen. Que el amarillo ese no se tumba, no se raspa. Que el blanco no se usa, que no está de moda, que no tiene swing ni flow. No creo sea tan fuerte esa pintura. Si buscamos un buen esmalte alquidálico y buenos chapisteros y pintores, quizás las cosas cambien y se acerquen al tiempo de los taxis blancos.