Enter your email address below and subscribe to our newsletter

La comunicación es verdad, respeto y eticidad

Comparte esta noticia

Por Yoandy Izquierdo Toledo ()

Pinar del Río.- La comunicación siempre ha sido necesaria. En los tiempos que corren casi se hace imprescindible la presencia en las redes sociales o en el espacio virtual para decir que “existimos”.

En cuanto a comunicación institucional se refiere, ni se diga. Parece que que si no estás por allí por Instagram, Facebook, X y otras, nunca respiraste como proyecto u organización. Esto, sin embargo, sigue siendo una cuestión de poner en la balanza cantidad y calidad; es decir, lo cuantitativo versus lo cualitativo.

Está muy bien lo de la presencia en las principales plataformas de internet para posicionar una idea, unos objetivos, unas líneas de trabajo, una labor sostenida, unos artículos de opinión, una red de noticias. En fin, lograr una identidad corporativa.

Pero otra cosa muy diferente es que, a costa de “aparecer” por todos lados, terminemos aparentando lo que no somos. Y, desgraciadamente, en un mundo donde a la métrica se le eleva por encima del contenido y de la forma, le sucede una deformación de esa misma identidad que logramos construir.

Recordemos que no tenemos la verdad absoluta

Para la comunicación pienso que hay que creer más en la veracidad y la calidad del mensaje que en su ulterior impacto. También es más importante el método que el alcance, en el contenido y la forma más que en esa especie de perfume sin fijador. Al principio es un boom, pero al instante se esfuma y no queda nada.

Cada uno de nosotros, ya sea desde los perfiles personales, las páginas que podamos manejar, los medios de comunicación con los que tengamos contacto o en los que podamos colaborar o trabajar, debe velar, al menos, por tres aspectos que hablan de calidad. Estos preservan la fuente, protegen a la persona implicada y pueden sensibilizar en sentido positivo:

Lo primero y que considero esencial es la verdad en el contenido de la comunicación. La verdad que a veces desde el ciberespacio es entendida como un ente relativo, porque deconstruimos o minimizamos el compromiso con ella. A ella debe estar apegado siempre el contenido del mensaje. Debemos saber que, si somos una fuente confiable a la que muchos lectores o usuarios consultan o siguen, la veracidad y fidelidad de las fuentes está en apegarse a los hechos, y narrarlos, transmitirlos, con fidelidad objetiva a lo sucedido.

Aún sabiendo que lo que comunicamos es la verdad, debemos estar conscientes de que no somos los dueños de la verdad absoluta. Debemos encontrar las herramientas para coexistir en un mundo donde cada uno (entendido como persona o institución) quiere contar su parte de verdad. O la verdad desde la orilla, la arista, el punto de vista desde donde se posiciona el que emite el mensaje.

La comunicación y las redes humanas

De otro lado tenemos que, ese mensaje que debe sensibilizar con la verdad por delante (o se espera que así sea) debe estar caracterizado por ciertos parámetros de calidad como son: la claridad y la coherencia que garantizan eficacia basada en la no distorsión de la realidad. También el respeto que tiene que ver con el lenguaje y la forma de abordar las noticias más duras o los temas más peliagudos. Finalmente, la pertinencia y la objetividad para saber si el mensaje es oportuno, dónde, cuándo y para quién, evitando los juicios personales que a veces nos alejan de ese mensaje apegado a la verdad, para entrar en la subjetivación o relativización.

Por último, entre los muchos aspectos que conforman una comunicación efectiva, me gustaría señalar que siempre debemos tener en cuenta la protección y privacidad de las fuentes. Aunque se trate de artículos de opinión o publicaciones que no responden a periodismo investigativo o noticioso, la persona debe ser respetada. Ser colocada en el centro de la comunicación significa que nos reconocemos como sujetos de dignidad. Este aspecto ético no solo es válido para la comunicación institucional, sino que es necesario para todo tipo de comunicación humana. La descalificación, el ataque y la infamia no hacen más potente un mensaje. En cambio, hablan más bien del emisor, de su calidad humana y de sus valores.

En un mundo cada vez más conectado no olvidemos que la comunicación, sin llegar a la era digital y a las revoluciones industriales. De las que se habla hoy en términos de filosofía social, ha tenido el importante rol de tejer redes humanas. Ella ha permitido la organización de las sociedades, la transmisión de conocimientos y cultura y, sobre todo, el entendimiento entre la diversidad de carismas pero con una herramienta común: la palabra sincera y respetuosa.

Deja un comentario