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Por Esteban Fernandez- Roig

Miami.- Ni idea tengo donde andará volando -encaramada en su escoba- la asquerosa bruja.

Y no duden lo de bruja porque muy bruja y mala tiene que ser para haber convivido, fornicado, restregado con la bola de churre y secundado todos los desmanes y crimenes del monstruo.

Y después de la muerte de su asqueroso marido, y desde hace rato, el poder en la isla está en las manos de las personas que más ella ha despreciado, ignorado y alejado de sus predios y de los de su marido e hijos.

Dalia solamente tuvo que azuzar la candela entre los que siempre fueron una olla de grillos y le fue muy sencillo mantener y acrecentar la distancia entre las dos familias.

Es más, dicen que durante muchos años los hijos de Raúl -al igual que el pueblo cubano- ni sabían que el tío tenía una esposa e hijos y desconocían su paradero.

Está demás decirles que Dalia llevaba en su alma un profundo resentimiento contra todos los que llevaran el apellido “Espín”, motivado en sus inicios por el injustificado capricho de su marido de mantener públicamente a Vilma como “primera figura femenina” de la nación.

Ella no pudo comprender por qué hasta después del divorcio con Raúl siguió ocupando ese cargo honorario. Que se sepa: jamás Dalia y Vilma sostuvieron una sola conversación cordial.

La educación de los hijos fue diametralmente distinta y opuesta. Mientras Raúl se ocupó de que su heredero fuera un esbirro, Dalia -porque a Fidel Castro no le interesaba la crianza de sus hijos para nada- logró convertir a sus muchachos en unos “vive bien” descarados y malcriados.

Dalia estaba tranquila y segura de la superioridad de su marido por encima de su cuñado.

A Raúl y sus vástagos si los veía los trataba como unos peleles sirvientes de Fidel Castro. En eso tuvo la razón, pero donde se equivocó fue en creer que Fidel Castro era un toro inmortal y eterno.

Jamás a un cumpleaños de Alex, de Alexis, de Ángel, de Antonio y del resto del clan Castro-Soto fueron invitados Alejandro, ni Deborah , ni Nilsa ni Mariela.

Y ¿quién les dice a ustedes que desde hace mucho rato se ha virado la tortilla? Y no tengo que ser un «vidente» para saber lo que el futuro les depara al esperpento de Dalia y sus herederos.

Raúl, por mantener la falacia de que es “un tipo muy familiar”, se hace el “chivo loco”, les tira una débil toalla y los deja pernoctar en alguna mansión de Jaimanitas.

Pero, yo les aseguro que tras la muerte de “la china”, cuando el poder lo asuma el envidioso, rencoroso, y acomplejado, Alejandro Castro Espín, quien tiene un odio acumulado contra los “Soto del Valle”, va a martirizar a su tía política y sacará a patadas a Dalia e hijos del país.

Si fueran vivos ya debían adquirir sus turbantes y comprar una residencia en Bora Bora o en uno de los barrios islámicos de Paris donde ni la policía entra.

Porque, mis amigos, de Florida que se olviden, aquí ya está lleno el cupo de HP.

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