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Por Laritza Camacho ()
La Habana.- Cuando veo la basura en las esquinas, pienso enseguida en la posibilidad de las enfermedades, los ratones, el mal olor. Y luego cambio un poco el pensamiento…
La basura sale a las calles y su sola presencia es protesta silenciosa a la vez que grito unánime contra tanta desidia.
La basura se adueña por derecho propio de las calles…»revolucionarias» o «retrógradas»; «amadoras» u «odiadoras». Forma su propia barricada y siempre gana… hay que escucharla, olerla, atender su reclamo.
El discurso de la basura apesta, como todos los discursos, pero se hace entender y nos une en un pensamiento cívico común: ¡tenemos que deshacernos de la basura!