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Por Hiram Caballero ()
La historia de Julián del Casal merece la pena contarla. El poeta nació el 7 de noviembre de 1863 en La Habana, Cuba, y a lo largo de su corta vida, se destacó por su poesía melancólica y profunda, que reflejaba una visión sombría del mundo y una sensibilidad exacerbada.
Su obra está marcada por un estilo modernista y simbolista, con influencias de poetas franceses como Charles Baudelaire y Paul Verlaine.
Desde joven, Casal mostró una inclinación por la literatura y el arte. Se educó en colegios prestigiosos de La Habana, pero su vida estuvo marcada por dificultades económicas y personales. A pesar de estos obstáculos, Casal se dedicó con pasión a la poesía, publicando sus primeros poemas en periódicos y revistas de la época.
Su obra más conocida incluye los libros «Hojas al viento» (1890), «Nieve» (1892) y «Bustos y rimas» (1893). Estos trabajos reflejan su visión melancólica y su fascinación por temas como la muerte, la belleza efímera y el dolor existencial. La tristeza y el desasosiego que impregnan su poesía le valieron el apodo de «el poeta triste».
La muerte de Julián del Casal es uno de los episodios más curiosos de la literatura cubana. A la edad de 29 años, el 21 de octubre de 1893, Casal asistía a una cena en casa de su amigo, el pintor y escritor cubano Ricardo Batrell. Durante la velada, Casal escuchó un chiste que le provocó un ataque de risa incontrolable. Este ataque de risa fue tan intenso que le causó la rotura de un aunerisma cerebral, que resultó ser fatal.
La paradoja de su muerte es notable, dado el carácter profundamente melancólico de su poesía. Julián del Casal, el poeta conocido por su tristeza y su visión oscura del mundo, encontró su fin de una manera inesperada y trágica, a través de la risa.
Su legado literario, sin embargo, perdura, y sigue siendo una figura fundamental en la historia de la poesía cubana.