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ISRAEL INUNDADO DE HISTORIAS DE SUPERVIVIENTES Y DOLIENTES

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Por Rosa Bronstein
Tel Aviv.- Los medios, las redes sociales y sobre todo las conversaciones se inundan de testimonios de familiares y amigos de los más de 1.200 muertos y más de 160 secuestrados tras el ataque sorpresa de Hamás a Israel del pasado sábado.
“Amanecimos el sábado a las seis y pico con alarmas”, contó a Sputnik Moshé Rosin, del kibutz Nir Itzhak, a cuatro kilómetros de la franja de Gaza. “Algo normal en la zona en la que vivimos, así que fuimos al refugio e hicimos lo que teníamos que hacer: esperar”. Sin embargo, Moshé explicó que, cuando recibieron mensajes del servicio de seguridad de la zona alertando de invasión de hombres armados de Gaza, todo cambió.
INVASIÓN Y PESADILLA
“Mi señora y yo estábamos en el refugio cuando oímos que aporreaban la puerta de nuestra casa, el refugio está pegado a la casa. Oímos ruidos de cristales, cosas rotas y habla en árabe, entonces entendimos”, relata Moshé quien acaba de cumplir 72 años.
Los atacantes se dirigieron al refugio y trataron de derribar la puerta. La pareja trató de impedirlo, pero los tiros de las ametralladoras a través de la puerta del refugio les hirieron gravemente las manos y finalmente entraron. “Nos arrastraron hacia afuera y entendimos que el plan era llevarnos a Gaza, lo hablaron entre ellos y entiendo árabe si la conversación es simple”, explica Rosin. Heridos y ensangrentados los llevaron por matorrales y caminaron hasta frontera.
“Eran cinco los invasores, empezaron a entrar por una abertura de la valla de alambre, y cuando nos tocó el turno a nosotros, yo le dije al quinto hombre que no podía entrar, que necesitaba un doctor…”, explica. “No lo convencí, y entonces mi señora y yo simplemente nos dimos la vuelta y nos fuimos. Algo muy arriesgado, fue una apuesta enorme y, por lo que fuera, porque estaban apresurados por volver a Gaza o lo que fuera, no nos dispararon por la espalda”.
Para la familia de Yafi Shpirer las cosas terminaron peor.
“La mañana del sábado empezaron las sirenas a las 6:30,” relata Yafi, del kibutz Nitsanim. “Como todos los israelíes que viven en esta parte del mundo se llama a la familia para saber si todo está bien. Cuando vi que había alarmas en Kfa Aza, llamé a mi primar Orly, pero no respondió, algo muy inhabitual en ella, (porque) siempre contesta”, eso eran malas noticias. Poco tiempo después recibió la llamada de su cuñado, quien le dijo que su hijo Tomer estaba en la zona y no lo encontraban.
LA BÚSQUEDA
“Mi cuñado me dijo que teléfono de Tomer llegó a manos de árabes, ‘llamamos y nos contestaron en árabe. Tres veces.  Y después no contestaron nada más’, me dijo”. Yafi cuenta que su sobrino hacía ciclismo en tierra y que esa semana tenía que competir. Fue a esa área a practicar cuando lo atacaron alguno de los escuadrones de Hamás que penetraron en el territorio israelí.
“Al principio pensamos que lo habían secuestrado y que tal vez estaba herido. Sus compañeros se dispersaron tras el ataque y lo perdieron de vista. Mi cuñado Yoram fue al kibutz Mefalism, encontró el coche baleado y a uno de la organización que saca a los cadáveres. Mi cuñado le mostró una foto y le preguntó si habían sacado a alguien vestido así, de ciclista, y el hombre le dijo que sí, que acababa de sacarlo y que estaba camino a la morgue. En ese momento Yoram me llamó por teléfono y me dijo, ’ya no tenemos que buscar más’.”

Sputnik

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