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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- No es necesario que recuerde que somos un país diferente. El más diferente de todos los países del mundo. No se parece Cuba a ningún otro, y no lo digo por la gente, que sí se parece, porque salvo en algunos gustos y maneras de actuar, somos como el resto de las naciones.

Nuestra diferencia está en el gobierno que tenemos, en la forma de actuar de los gobernantes y la tolerancia que hemos aprendido a tener con ellos. Porque en ningún otro lugar del mundo los que dirigen hubieran tenido tanto margen como les hemos dado a los ladrones de cuello blanco que llevan el timón de este barco que se hunde.

Ya me cansa hablar de las tonterías del presidente, de sus periplos constantes por un municipio u otro del país, en visitas programadas, con limpieza previa, sin apagones, para que el séquito se crea que todo marcha bien y los amanuenses que lo acompañan lo reflejen en la crónica de turno.

Tampoco me apetece volver sobre Manuel Marrano, el dizque primer ministro, alguien que en cualquier lugar del mundo ya habría tenido que renunciar. Lo habría obligado el pueblo, o el presidente, pero en Cuba el primero tolera, y el mandatario es de la misma calaña, y no exigirá responsabilidad jamás.

No toca tampoco hablar del clan Castro, del inmenso poder en la sombra del moribundo Raúl Castro, ni de los negocios familiares, o los preparativos avanzados para dejar el país cuando el general de cuatro estrellas estire la pata, en tanto exprimen hasta el último céntimo e intentan afincarse hasta en Miami. De eso hemos hablado.

La burla del gobernador

Para intentar hacer algo diferente y no cansar a los pocos que aún lo ven, el moderador de la Mesa Redonda, el más aburrido programa de la televisión mundial, La Mesa Redonda, se fue hasta Holguín, y allí entrevistó al gobernador de aquella provincia, un tal Manuel Francisco Hernández Aguilera.

Antes de hablar del gobernador, vale acotar algo: Con la mesa Redonda solo pueden competir Con Filo y el segmento del detestable Humberto López. Si se presentan en un concurso, aunque sea en Corea del Norte, se llevarían un premio compartido, que no es poca cosa.

Ahora, de vuelta Hernández Aguilera, vale aclarar que todo lo que hablo fue ‘mierda’. Admito que la palabra es fea, pero intenté buscar alguna otra que me sirviera para suplantarla y juro que no la encontré.

Este tipo es pedante. Uno de esos que solo vive de ‘la muela’, de palabrería barata, de mentiras, de manipulación. Y su interlocutor, un pseudoperiodista que solo atinó a asentir con la cabeza, como hace siempre, ni una pregunta le hizo al llamado gobernador, que lo hiciera sentirse cuestionado.

Las palabras del gobernador dan náuseas. Si a este tipejo lo dejan hablar… «más caballerías sembradas que nunca, los clones de plátano que la provincia necesita, la resistencia creativa por orientación de Díaz-Canel… el programa científico para la semilla…»

Pero eso no es todo: frases hechas, lemas, proyectos. Y, sobre todo, una campaña para celebrar el aniversario del nacimiento del Diablo de Birán, que celebrarán el 13 de agosto. Y, como no podía faltar, el 1 de Mayo, la marcha…

«Estamos hablando del 13 de agosto, del nacimiento del más grande de los cubanos, nuestro comandante en jefe», dijo, olvidando que en esta isla nació un hombre llamado José Martí, al cual el tal Castro no le llega ni al tobillo.

Promesas y mentiras

Cada frase del tal Manuel Francisco Hernández Aguilera se presta para muchas interrogantes. Preguntas que el moderador jamás le hizo, porque nadie puede entender cómo, si todo va tan bien en aquella provincia, la gente la pasa tan mal.

Estos dirigentes, que antes de asumir cualquier responsabilidad pasan por la escuela del Partido Comunista, la Ñico López, aprenden los términos necesarios para engañar a la gente, y en eso, el gobernador de Holguín es un genio.

Hay un momento en que habla de que ya la provincia no importa alevines, sino que los produce, y que puede llegar hasta a 80 millones de alevines al año, algo así como 80 pescados por cada holguinero al año, y cuando el aburrido de Randy Alonso le preguntan cómo pudo conseguirlo, la respuesta es de genios.

«Esto tiene que ver también con el tema ‘cuadros’. Nosotros tenemos al frente a un compañero muy emprendedor, con un equipo de dirección muy dedicado a estos temas y acompañamiento constante de la dirección del partido y nosotros…»

Y agregó que «a nosotros nos fascina mucho el tema de la acuicultura, porque lo podemos graficar. Es decir, en la industria y bla, bla, bla… la misma muela de siempre, el mismo sermón que aún algunos se creen, porque no lo han escuchado antes, y piensan que «a partir de ahora Holguín saldrá adelante y se acabará el hambre».

Holguín será como Marianao

Hace como dos años, a raíz de un reporte de la televisión cubana en Marianao, los cubanos bromeaban con la posibilidad de irse a vivir a aquel municipio habanero, porque allí no faltaba nada, de acuerdo con lo que dijeron algunos vecinos.

Algunos marianenses, abiertamente preparados de antemano o temerosos de decir la verdad, se deshicieron en elogios hacia el municipio y elogiaron la limpieza de las calles, la abundancia de agua, atención médica, las escuelas en buen estado, y la gran cantidad de alimentos, aunque solo se refirieron a los perros calientes y al pollo.

Dos años después, algunos bromean con eso, porque nada de aquello que dijeron fue verdad. Marianao no tiene agua, ni escuelas ni hospitales en buen estado, las calles están llenas de huecos y los barrios atestados de basureros, que generan plagas de mosquitos y roedores, con el consiguiente peligro.

El parque habitacional marianense es un desastre y de comida nada. Más o menos lo mismo que pasa, y que pasará con Holguín, a pesar de que el gobernador, Manuel Francisco Hernández Aguilera, se haya llenado la boca para decir que en aquella provincia ocurrirá un maná.

Estos tipos que dirigen, en su inmensa mayoría corruptos hasta la médula, deberían ser juzgados y ahorcados en un lugar público, por mentirosos habituales, por engañar y manipular, porque de todo lo que este hombre dijo no se puede sacar nada que vaya a ser positivo para la población, para el anciano que sufre, para el niño que vagabundea en busca de algo de comida.

Cuba es un desastre total y no por el bloqueo o el fatalismo geográfico, sino por la ineptitud de la clase gobernante que ha convertido una isla hermosa, bendecida por la naturaleza, en un feudo de una familia, con mayorales y capataces ineptos, plegados a los dueños, en detrimento siempre de la inmensa mayoría.

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