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Por P. ALberto Reyes (Especial para El Vigía de Cuba)

Camagüey.- En las últimas semanas, se han intensificado las manifestaciones ciudadanas de protesta por el deterioro creciente de las condiciones de vida en la isla. Consignas como: “No más muela”, “Tenemos hambre”, “Libertad”… han roto el silencio tenso de nuestras calles.

El oficialismo cubano ha calificado a los manifestantes de “antisociales”, y yo, después de reflexionar sobre esto, he concluido que estoy de acuerdo, y que pienso que, si no todos, al menos la gran
mayoría de las personas que han salido a las calles a manifestarse son, realmente, antisociales.

Porque dice el diccionario que un antisocial es una persona “incapaz de adaptarse al orden social, que no acepta ser gregario o parte de la sociedad a la cual rechaza y detesta”, y yo creo que, en este
momento, la postura más digna, la más valiente, la más coherente, es ser un antisocial.

¿Cómo es posible adaptarse y ser parte de una sociedad secuestrada, donde faltan tanto el pan como
la justicia, la salud como la libertad? ¿Cómo es posible aceptar que nuestros hijos no tengan maestros, que no se les instruya, y que la educación sea cada vez más una farsa donde el mismo que pone un examen dicta las respuestas? ¿Cómo admitir como “normal” vivir sin electricidad, cocinar con carbón, no tener agua y pasar las noches sin dormir, sin descansar, asfixiados por el calor y asediados por los mosquitos?

No hay otra salida que ser antisocial

¿Cómo puede ofrecerse a un pueblo la miseria y la destrucción y pedírsele a cambio el apoyo enérgico, la sonrisa cómplice, el aplauso complaciente?

¿Y cómo aceptar que, ante el grito que nace de la miseria y de la desesperación, la respuesta sea
eso, la “muela”, el discurso vacío y absurdo y, si no funciona, la amenaza, la represión, la violencia impune del poderoso frente al indefenso?

No veo otra salida que ser “antisocial”, no veo otra solución que rebelarse contra este “orden social” que lo único que hace es hundir cada vez más a este pueblo en la pobreza y la desesperanza y que no va a hacer absolutamente nada por cambiar las cosas.

Hace muchos años, nuestra tierra conoció a otros “antisociales”, a aquellos jóvenes que se
autodenominaron “revolucionarios” y que se opusieron al orden social establecido por una dictadura, y no
aceptaron ser parte de la sociedad a la que detestaban.

No nos detendremos

Pero, o sus discursos eran falsos, o en su andadura prostituyeron sus ideales, e hicieron un camino que no sólo ha perpetuado el mal que decían rechazar, sino que lo ha profundizado, porque nunca antes esta isla conoció tanta hambre, tanta miseria y tanta desprotección ciudadana; nunca antes esta isla tuvo tanta represión, tantos presos políticos y tantos emigrantes. Nunca antes esta sociedad ha sentido con tanta fuerza el hastío y el deseo del fin de un régimen gobernante.

Por eso, se nos podrá calificar de “antisociales”, pero no nos callaremos, no nos detendremos, hasta
que rompa sobre este pueblo la aurora de la libertad y la justicia que nos permita construir una sociedad donde sea verdad el ideal de “con todos y para el bien de todos”.

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