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Por Joel Fonte
La Habana.- Hoy fui a cinco lugares donde conocí que venden medicamentos. Mis viejos están enfermos, yo estoy enfermo, y salí a procurarlos sin más fin que conseguirlos a cualquier precio.
En uno de esos sitios, el negocio había cerrado porque ‘abogado, se tiró la policía hace dos días’. Pero en ese mismo lugar, meses antes, vi a policías comprando medicinas, sin cuestionar la supuesta ilicitud de esa actividad.
De sobra conozco todas las razones que alega el régimen castrista para reprimir esas prácticas, pero todo es una falacia, una mentira descomunal…
Los cubanos llevamos cerca de una década yendo a las farmacias para ver los anaqueles vacíos, y a las farmacéuticas vendiendo detergente y frazadas de piso. Basta.
No les importa la salud de nuestros ancianos, de nuestros hijos, de nuestra gente. Escupen groseramente con sus mentiras sobre el dolor del pueblo. La corrupción los ha abarcado hasta despreciar la humanidad del prójimo.
A ese mismo pueblo del que somos parte, debemos empujarlo a no tolerar más, a elevar nuestro civismo, nuestros derechos, a subir la frente como nación y como individuos, porque no puede ocurrir que seamos por mucho más tiempo rehenes de delincuentes que se han apropiado del Poder, de truhanes que conforman una estructura parásita, delincuencial, y que viven a espaldas del sufrimiento de millones de cubanos.
No hay que esperar a que se marchen; hay que sacarlos con la fuerza del derecho que da la verdad de nuestra lucha.