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Por Alina Bárbara López Hernández ()

Matanzas.- Acabo de ver el programa Hacemos Cuba. Humberto López estaba eufórico, parecía un niño con juguete nuevo. Era el primer programa, así lo afirmó, dedicado a denunciar hechos concretos de corrupción en Cuba. Pero no será el último, promete solemnemente.

Su locuacidad desatada lo llevaba a interrumpir constantemente a los invitados: un fiscal, un coronel y un vice contralor de la República.

Me senté atentamente, pensando en un enorme menú de opciones: el caso de Alejandro Gil, exministro de Economía detenido por corrupción bajo opacidad total desde hace meses; el famoso y viejo caso de la corporación CIMEX y los carros que se traficaban; esclarecer de dónde salen los miles de dólares y euros con que altos dirigentes pagan las becas de sus hijos y nietos en el extranjero; las cuentas secretas de Gaesa; y un largo etcétera.

Una decepción

Quedé defraudada. Se denunciaron hechos de corrupción en cuatro unidades empresariales de base o empresas municipales: una de comercialización de alimentos en Bayamo, dos de recogida de desechos sólidos y otra de producción de jabones para la canasta normada, estas tres últimas en La Habana.

Desvíos de arroz, azúcar, granos, combustible, jabones; facturas falsas, compras no autorizadas… Pequeñeces todas al lado de la corrupción de altos niveles.

Se pide a la población que denuncie lo que sepa de actos así, a su alcance, todo concentrado en su inmediatez espacial. No miren arriba, miren para el lado, ese fue el mensaje.

Aun así, se dijeron cosas interesantes: el vice contralor explicó que no funcionan los mecanismos de control interno pues no existe una verdadera separación de funciones.

Pero eso, Humberto y vice contralor, viene desde arriba. Este es un Estado dónde no existe separación de poderes. Lo que ocurre arriba es lo que ocurre abajo. Una cosa es consecuencia de la otra.

Esperemos mayor osadía en los próximos programas. Hoy fue, sencillamente, decepcionante.

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