Contramaestre.- Tenía miedo levantarme, abrir el teléfono, tenía mucho miedo de leer su muerte, porque me había hecho la ilusión de que se levantaría de aquel lecho guantanamero.
Tenía miedo, mucho miedo a que la noticia de su muerte me sorprendiera, los nagüitos creíamos profundamente en tu resurrección, compay.
Me atreví a abrir el móvil y allí la noticia. Lloré en silencio. Lloré porque Sosa es el trovador de mi generación, el que nos acompañó en aquellos aciagos años del Período Especial, allá en el pedagógico Frank País.
Por estos días de vigilia sus canciones han estado conmigo, no he parado de cantarlas, de sentir su cubanía profunda.
Ha muerto Sosa y pienso en lo amarga que es la muerte cuando llega y te arranca a un amigo, a un ser de tanta luz.
Ha muerto Sosa y la madrugada llora, llora el sol, lloran los guajiros, llora el cubano de a pie que lo llamó hermano.
Lloran en su barrio natal los que sienten la muerte de Eduardito.
Vuelvo a compartir esta foto donde éramos tan felices contigo. Así te recordaré siempre, tigre, con esa sonrisa de guajiro de tierra adentro que tienes aquí, el único que escribió un son para mi pueblo.
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