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GUARDO UNA MONEDA DE 40 CENTAVOS

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Por Laritza Camacho ()
La Habana.- ¿Recuerdan? Era una moneda grande, sólida y hermosa con la imagen de Camilo. Ya está en desuso, pero me gustaba, quise tenerla para siempre y la puse en uno de mis pozuelitos, pomos, cajitas -cofres- donde tengo miles de recuerdos con alto valor sentimental y poco valor económico.
Esta moneda no tiene ni lo uno ni lo otro; pero no sería justo que andara rodando por la casa. Si la guardé, soy responsable de mi moneda, igual que el Principito es responsable de su rosa.
La verdad, no puedo recordar qué se podía comprar con 40 centavos. La guagua para Santa María y Guanabo valía eso… creo.
Una observación curiosa me lleva al propio héroe de Yaguajay, llenándome de contradicciones: moneda de cuarenta, papel de 20; ambos con su imagen, ambos sin valor y ¡Aquí no se rinde nadie, carajo!, que no lo dijo él pero se aclaró muy tarde y se quedó la costumbre.
Recuerdo un matutino donde me tocó hablar sobre Camilo y ,muy emocionada yo, dije que andaba como gigante bajo los cien fuegos de las batallas, haciéndole honor a su apellido. Me gané un aplauso en aquel acto mañanero de dudosa dramaturgia pues aunque se hablaba de Camilo, terminamos diciendo «¡Seremos como el Ché!»
Con el Ché no hay dudas: el Ché vale tres en papel y en moneda…
¡Como se vendieron esas morocotas de tres pesos cuando empezaron a circular! Los extranjeros las pedían desde que pisaban Cuba y las pagaban en 10, 15 y hasta en 20 fulas. Era un negocio redondo como el de CADECA y bueno, también digo redondo por la moneda en cuestión.
¿Habrá alguien que me quiera comprar mi moneda de 40 centavos?
Me daría un poco de lástima desprenderme de ella y, a decir verdad, yo a cada rato la uso para decidir alguna cuestión de esas donde la moneda se tira hacia arriba entre dos y alguno sale beneficiado ¿Cara o cruz? ¿Escudo o estrella? ¿Camilo o escudo? Yo siempre escojo al héroe y cuando gano, beso la moneda y digo «Voy bien Camilo».
Aunque, con el dinero… ¿Le irá bien a alguien?
Yo aprendí con mi tía a guardar un poco de dinero, pero no para hacerlo crecer por años sino planificando para comprar algo en específico, por ejemplo, un par de zapatos, unas vacaciones, una computadora para trabajar… Ahora he querido hacer lo mismo y no se puede.
La cosa se traba por todos lados. El dinero no alcanza, esa es la primera cosa en contra; pero lo que verdaderamente me preocupa es lo otro: las alcancías son el cuento de la buena pipa… me explico.
Quiero ahorrar para comprar 10 dólares y hace dos semanas empecé a echar dinero en una cajita. Puse 320 CUP y ya tenía mi primer dólar virtual; pero resulta que hoy voy a poner más porque acabo de cobrar y mi dólar virtual se había esfumado y ya con 320 no podía comprar otro. ¿Podré llegar algún día?
Yo, que a veces soy supersticiosa, quería reunir con puros billetes de a 20 y he cogido un encabronamiento tal, que rompí la cajita y me puse a hacer flores de papel con el dinero. Ahí tengo 16 bellas flores azules de 20 pesos cada una. Tal vez las lleve al mar el 28 de octubre y pregunte si voy bien…
Ya sabemos que no, pero la costumbre suele ser muy poderosa.
PD/ Hoy que todavía estamos a 10 de octubre (para mí el más hermoso del calendario), se me ocurre que pudiéramos fundir todas las monedas en desuso y hacer una gran campana, como la de La Demajagua.
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