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Por Max Astudillo ()
La Habana.- Joe Biden cree que condiciona al régimen cubano. Le ofrece sacarlo de la lista de países patrocinadores del terrorismo a cambio de la libertad de unos cientos de presos, entre ellos una parte de los que fueron a prisión tras las protestas del 11 de julio de 2021. El mediador fue el Vaticano, sobre todo el papa Francisco, amigo y aliado del castrismo.
Me alegro por la libertad de los presos. Únicamente por eso. Todo lo demás me parece bochornoso, incluyendo el papel del Vaticano y del papa, el mismo Francisco que recibió muy afectuosamente a Díaz-Canel en la Santa Sede, con sonrisa y regalos, entre otras cosas.
Los presos no debieron ser encarcelados nunca, en primer lugar. No cometieron delito alguno para llevarlos a las duras mazmorras castristas, porque solo reclamaron la libertad de su país, una vida digna, libertad, comida, derechos. Y eso hay que dejarlo claro.
Sin embargo, ahora el régimen, a través de uno de sus más detestables voceros, Humberto López, dice que más de 10 mil personas fueron liberadas entre 2023 y la actualidad, como parte de los actos de buena voluntad del gobierno y luego de conversaciones de una parte de la cúpula de La Habana con el jerarca de la iglesia católica mundial.
Según La Habana, estas liberaciones de ahora forman parte de lo que hace Cuba en el «Espíritu del Jubileo Ordinario de 2025», convocado por el papa, como si eso se lo fuera a creer alguien. El castrismo se ha defecado en la iglesia -o en las iglesias y las creencias- desde su misma llegada al poder en 1959.
Liberan a los presos porque algo tienen que hacer para quedar bien con el papa y Biden, no porque se hayan sentido condicionados, porque son traicioneros, ratas que no cumplen sus compromisos. Y dicen que liberarán personas encarceladas por cualquier causa, aunque aclaran «que no es amnistía ni indulto», porque no hay conmutación total de la condena.
Es decir, sacan de las cárceles a un grupo de personas, que pueden volver mañana mismo a las celdas. Solo hay un «ejercicio de excarcelación anticipada», según explicó una jurista del régimen en un bodrio de programa con Humberto López. Y nada más.
¿Qué pasará mañana? No lo sé, pero lo imagino. Biden dejará la Oficina Oval en unos días, Trump y Marco Rubio arreciarán las presiones sobre el castrocanelismo y, entre otras cosas, exigirán la liberación de todos los presos políticos, lo cual detendrá las liberaciones, porque el castrismo dirá que la culpa de que no se cumpla lo acordado con Biden es de Trump y Rubio.
Al final, los que liberarán, unos pocos, no serán los más conocidos. Los que han intentado liberar algún proceso contra el castrismo no saldrán jamás de las prisiones. Y será culpa de Trump y, sobre todo, de Marco Rubio… o al menos eso dirá La Habana.
Cuba no tiene responsabilidad alguna. El gobierno cubano, uno de los mejores del mundo, de los más nobles y más humanos -nótese la ironía-, no tendrá más remedio que mantener presos a todos esos que cometieron delitos comunes, que no políticos, porque en Cuba no hay reos de conciencia. Y eso lo dejó claro Raúl Castro en aquella conferencia de prensa conjunta con Barack Obama en esta capital, hace ya ocho años.
Los que protestaron el 11 de julio de 2021 están encarcelados por desacato, por sedición, por desobediencia o por cualquier otra causa que les montaron, porque a algunos no hay motivos para tenerlos entre rejas.
Humberto López y la jurista con la que habló en televisión dejaron claro que no hay presos políticos. Los reos, todos, son presos comunes: hurto, robo con fuerza, amenazas, lesiones, desordenes, sedición -«que no es un delito político, sino uno que va contra el orden constitucional»- porque en Cuba la tipificación de los delitos la hace el gobierno, que lo controla todo.
En fin, todo esto de los presos, las excarcelaciones, lo de Biden y su lista de patrocinadores del terrorismo, la mediación del papa y la palabrería gubernamental es parte de una farsa y un ejemplo más de la manipulación mediática a la que son sometidos los cubanos desde hace más de 65 años.
Lo que me molesta es que algunos nos lo creemos todos y otros salen alabando la bondad del régimen.
De todas formas, es apenas el primer acto de esta obra, que puede incluir condicionamientos para abandonar el país. Y de todo esto es responsable la administración Biden, aunque ya no esté en el poder.
Con estos asesinos, papa Francisco y Joe Biden, no se negocia. Tal vez ustedes lo hicieron de buena voluntad, pero ya verán cómo les va a caer en la cara la caca de su pésima gestión.
A la dictadura criminal hay que condicionarla: libertad total para los presos políticos y salida del gobierno, para que haya libertad y elecciones libres. ¡Ojalá Trump lo haga!