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Por Manuel Viera
La Habana.- Cuando veo el picadillo extendido que venden en la bodega, entiendo el por qué de muchas cosas. Entiendo, por ejemplo, cómo funciona el cerebro de esas personas que se enojan y ofenden cuando alguien dice que la Revolución cubana ha fracasado. ¡Y sí ha fracasado! Y la culpa de no verlo así tiene que ser del picadillo extendido.
Hoy la Revolución cubana no tiene otra cosa que mostrar que no sea un país en ruinas, un pueblo hambriento que se quiere ir de su tierra, una industria que no se desarrolló, un campo que no se sembró, un hospital que no se reparó, una farmacia sin medicamentos, un país sin transporte, un abuelo que llora de hambre, un joven que convulsiona en la calle con la boca llena de espuma, una sociedad que perdió valores y hoy es más rara y más violenta que nunca.
Háblame de bloqueo, de yanquis, de terroristas, de el hombre de las nieves si quieres. No hay una sola excusa válida para que un sistema político que desde un inicio se mostró así mismo como superior, no haya sido capaz de sembrar sus campos, construir viviendas, desarrollar su industria, sembrar sus campos, asegurar la vejez, crear bienestar, fomentar educación, cultura, valores humanos. Moléstate si quieres, llámame como quieras no me importa, 66 años y una realidad horrible son más que suficientes para demostrar el fracaso.
A este análisis, alguien con picadillo extendido en el cerebro solo podría responder con consignas, con patria o muerte. No hay un solo argumento válido que justifique lo que vive hoy Cuba 66 años después de haber prometido el paraíso terrenal a los cubanos.
Luego de «La Historia Me absolverá», de programas innumerables, de prometer un país más desarrollado que los Estados Unidos en una década, del vasito de leche, de las 63 medidas para el campo, de aprobar, desaprobar y volver a aprobar lo mismo incontables veces, luego de aplicar millones de multas, de topar y liberar y volver a topar los mismos precios, luego de ocho congresos políticos, el argumento que intenta justificar sigue siendo el mismo y el super sistema político no lo ha podido vencer.
Ni siquiera es necesario que venga nadie de afuera a decirlo. Se ha fracasado. Se ha fracasado y bien