
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Edi Libedinsky ()
Su madrastra se enamoró de Hipólito… y cuando él le dijo que no, lo arruinó todo.
Esta pintura se llama Fedra e Hipólito, en honor al conocido mito, y su autor fue Pierre-Narcisse Guérin, quien la terminó en 1802.
La obra captura una de las tragedias más dolorosas de la mitología griega. El joven erguido a la izquierda es Hipólito. ¿La mujer desplomada a la derecha? Esa es Fedra, su madrastra, quien se enamoró perdidamente de él.
Pero cuando Hipólito la rechazó, Fedra no se limitó a alejarse. Devastada y avergonzada, lo acusó de agredirla. ¿El resultado? Su padre, el rey Teseo (centro), la creyó y maldijo a su propio hijo. Esa maldición pronto conduciría a la muerte de Hipólito.
Guérin pinta el momento en que la mentira se asimila. Hipólito permanece tranquilo pero desafiante, con su perro de caza a su lado, puro, leal y honesto.
Mientras tanto, Teseo parece dividido, atrapado entre su hijo y su esposa. ¿Y Fedra? Abrumada por la culpa y el dolor, ya desmoronándose bajo el peso de lo que ha hecho.