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¿Eres un fanático?

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Luis Alberto Ramirez ()

El fanatismo político, sin importar la ideología que lo impulse, es una de las mayores amenazas para la convivencia social, la razón y la democracia.

Cuando una persona o grupo adopta una postura fanática, pierde la capacidad de diálogo, se niega a reconocer errores y ve al otro como un enemigo a eliminar, no como un adversario con ideas distintas.

Esto sucede tanto en la derecha como en la izquierda, e incluso en posiciones aparentemente moderadas que se radicalizan.

El fanático no busca soluciones, busca imponer su verdad. Justifica la violencia, el odio y la censura en nombre de un supuesto bien superior. Y al hacerlo, se convierte en lo mismo que dice combatir: un obstáculo para el progreso, la libertad y el respeto mutuo.

El pensamiento crítico, el debate sano y la tolerancia deben estar siempre por encima de cualquier dogma político.

Porque cuando se sustituye la razón por la fe ciega en una ideología, lo único que se garantiza es la división y la destrucción, un rasgo muy común entre aquellos que conservan su verdad como si fuera patrimonio de la humanidad.

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