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EN EL CONTÉN DEL BARRIO…

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Por Eduardo González Rodríguez ()

Santa Clara.- Los cubanos nos quejamos de todo y por eso no aprendemos. Se pensó que vendiendo dólares a 120 en Cadeca se iba a acabar la venta de divisas en el mercado informal, y no fue así. Algunos creyeron que todos respetarían el tope de precios a no sé cuántos productos, y no es así. Los inocentes daban por sentado que en los meses de verano no habrían apagones, y no es así. Ahora prohibieron el famoso paquete semanal y hay mucha gente con las manos en la cabeza.

Bueno, no es que las personas en Cuba nazcan con una predisposición genética que los impulsa a burlar leyes y cometer delitos, no. Pero ocurre que si usted, finalmente, ya tiene todas las tiendas en divisas, la gente necesita divisas. Y si la venta de Cadeca no cubre la demanda, hay que buscar la divisa por la calle.

Si usted necesita comprar cuatro boniatos en el mercado privado y no está al precio que dijeron, tiene dos opciones: tomarlo o dejarlo. Para que funcionen los precios topados, los mercados estatales tendrían que mantener una oferta constante, de manera que al privado le preocupe que su producción se vaya a la basura. Pero, los mercados estatales que todavía quedan, casualmente, o están vacíos o fueron rentados a privados.

Lo otro, era absurdo pretender que en julio y agosto no tendríamos apagones. ¿Con qué cuenta la cucaracha? Lo que se rompió ayer, y antes de ayer, y el mes pasado, ¿por qué no se va a romper hoy?

Lo del paquete semanal es otra distracción en este mundo de distracciones. La gente seguirá cargando sus memorias de novelas, series, películas y shows. ¿Por violar la ley? ¡No, hombre, no! La TV nacional no puede ocupar con producciones competitivas esos ítems a los que se acostumbró el espectador cubano.

Eso sí, se pondrá más caro el paquete porque ahora es ilegal y «sabes que me la estoy jugando». ¿Qué pasa? ¿No hay talento en Cuba? En Cuba podemos regalarle talento a toda América Latina, pero no tenemos dinero. Para producir buenos materiales cinematográficos, televisivos y radiales, hace falta dinero, mucho dinero. Eso mismo dijo el desaparecido actor Enrique Molina y lo dice toda persona que sabe cuánto de humano y tecnología se necesita para realizar tres minutos de video.

A muchísima gente que decide, ese acápite le importa tres pepinos. Precisamente por eso hemos puesto a nuestros espectadores en manos de la competencia. ¿Y entonces, en vez de competir vamos a prohibir? Creo que ya es tarde para eso.

Y para terminar, ¿habrá alguna estadística de la cantidad de actores, músicos, pintores y bailarines que, después de su trabajo, se dedican a llenar memorias para ir sobreviviendo? Se los dejo de tarea.

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