
EL ÚLTIMO DÍA DE ANA BOLENA
Por Amanda Llanes
Nueva Paz.- En un andamio en Tower Hill, en la madrugada del 17 de mayo, George Bolena, Sir Henry Norris, Sir Francis Weston, Sir William Brereton y el músico Mark Smeaton fueron decapitados con un hacha.
Desde el Campanario o la Torre Byward, que eran lo suficientemente altos como para ofrecer una vista de Tower Hill, Anne observó cómo se desarrollaba el horror, según una de las damas de Anne que asistieron.
Posteriormente llevaron a Anne de regreso al alojamiento de la Reina, donde Kingston, el alguacil de la Torre, explicó que iba a morir al día siguiente.
En lugar de quemarla, el rey le había mostrado misericordia dándole una muerte rápida mediante la decapitación.
Anne tomó la noticia con calma.
En algún momento entre las nueve y las once de la mañana, el arzobispo Cranmer dispuso la convocatoria de un tribunal en el Palacio de Lambeth.
El rey y Ana habían sido llamados a la Corte pero ninguno apareció.
El arzobispo Cranmer proclamó nulo y sin valor el matrimonio de Enrique y Ana.
La pequeña Elizabeth, a partir de ese momento fue una bastarda y se llamaría Lady Elizabeth, en lugar de Princesa.
Ana se levantó a las dos de la madrugada del 18 de mayo, esperando que fuera su último día… Pasó tiempo en oración, hasta que Cranmer fue para escuchar su confesión final y administrarle la Comunión.
En su confesión, volvió a profesar su inocencia, diciendo que nunca había ofendido con su cuerpo al Rey.
Los carpinteros habían empezado a construir los andamios en la Torre Verde, junto a la Torre Blanca.
La hora de ejecución de Ana estaba fijada para las nueve de la mañana.
A las nueve en punto, la hora señalada para la ejecución de Ana, Kingston recibió órdenes de Cromwell de limpiar la Torre de «extraños».
Esto fue para frustrar cualquier intento de escribir descripciones comprensivas de la ejecución, que darían una mala imagen del rey.
Luego se informó a Anne que su ejecución se retrasó hasta el mediodía.
Anne envió a buscar a Kingston, quejándose del retraso y diciendo que esperaba haber superado su dolor.
Kingston le dijo que la muerte no sería dolorosa y que sería muy rápida.
Anne se llevó las manos a la garganta riendo y comentó que había oído que el verdugo era muy bueno y que tenía «un cuello muy estrecho».
La ejecución se aplazó hasta la mañana siguiente.
Kingston informó a Anne, quien estaba visiblemente decepcionada.
Ella suplicó que se llevara a cabo la ejecución, pero Kingston no pudo ir en contra de sus órdenes. Ana pasó su tiempo consolando a sus damas.
Obviamente, no durmió esa noche…