Por Esteban Fernández Roig
Miami.- A principios de 1999 recibí una sorpresiva llamada telefónica en mi casa de la avenida Ethel 7622 en North Hollywood, California.
“Esteban, te habla René”… Era el glorioso capitán René García, héroe de Playa Girón y uno de los valientes pilotos que aterrorizó e hizo correr al Che Guevara en El Congo.
Me dijo: “Llego a Los Ángeles el viernes, necesito me recojas en el aeropuerto y si me lo permites estar en tu casa por unos días, se trata de algo muy importante”.
“Capitán, para mí es un honor, dígame la hora, la línea aérea y número de vuelo y allí estaré”…
En el trayecto de regreso a mi hogar me preguntó: «¿Estás al tanto de que el equipo de béisbol Los Orioles de Baltimore estarán jugando contra un equipo cubano el día 28 de Marzo en el estadio Latinoamericano?” “Sí, claro”…
“Y ¿Sabes quién va a estar ahí al seguro?” Con seguridad plena le respondí: “Fidel estará ahí, por supuesto, por nada del mundo el HP se pierde ese evento”…
Y me dijo: “Bueno, desde hace años estoy en acecho buscando el momento oportuno para ajusticiarlo, y ya tengo palabreada la compra de un avión japonés kamikaze que sería trasladado a Honduras, y necesito tu ayuda para recoger una cooperación de los cubanos de California para pagar por el avión y avituallarlo”…
Le tiré un alarde: “Te ayudo a recoger dinero si me llevas de copiloto”. Se sonrió y no respondió a mi reto.
La inmensa mayoría de los cubanos deseaban la muerte del tirano, pero muy pocos quisieron correr el riesgo ni asumir la responsabilidad, las consecuencias y las represalias que un hecho de esta naturaleza les traería.
Entre Florida, New York, y New Jersey René recogió menos de tres mil dólares. En California yo con mucho trabajo y mucha coba conseguí cerca de mil dólares. La mitad de esa cantidad ($500. 00) la dio Primitivo “El Pibe” Aguilera.
Lo recogido no alcanzaba ni para comprar la hélice del avión. Hasta el último centavo fue devuelto a los donantes.
Y ustedes se preguntarán: “¿Porqué no se ha caído la tiranía?” Bueno, este es un buen ejemplo entre un millón de casos.
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