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Por Redacción Nacional
La Habana.- El economista José Luis Perelló acaba de soltar en una revista turística italiana lo que a todas luces parece un sermón reciclado sobre el turismo como motor de desarrollo sustentable. En su artículo, habla de encadenamientos productivos, de autonomía comunitaria, de democratización y de mejorar la calidad de vida en los territorios. Palabras bonitas, de esas que encajan perfecto en conferencias internacionales. Pero en Cuba no tienen el menor asidero en la realidad. Aquí el turismo es humo: hoteles «cinco estrellas» para extranjeros, y miserias de a diario para los cubanos.
El discurso suena lindo en el papel: que si el turismo puede transformar la estructura social, que si ayuda a frenar el deterioro ambiental, que si genera equidad. ¿Dónde está esa equidad en Varadero? Allí los turistas desayunan bufés interminables, y los cubanos de Matanzas hacen colas de dos días para comprar un litro de aceite. ¿Dónde está la “autonomía comunitaria” cuando todo lo decide el Partido Comunista? Además, la gente de la zona apenas consigue trabajo como camareros o recepcionistas mal pagados.
La dictadura vende al mundo la imagen de un país abierto al turismo como fuente de desarrollo. Pero la verdad es otra: el turismo en Cuba solo desarrolla las cuentas bancarias de la cúpula militar que controla GAESA. Mientras tanto, los municipios siguen en ruinas. Basta con caminar fuera del perímetro de un resort en Cayo Coco o Guardalavaca para ver los techos derrumbados, las calles rotas y los niños descalzos. Esa es la “construcción social de sentidos y significados” que no aparece en los artículos de Perelló.
Los dólares de los turistas terminan en hoteles fantasmas y obras de lujo que el cubano nunca disfrutará. Ni hablar de la corrupción: el Estado se lleva la tajada más grande. Las empresas fantasmas facturan a nombre de GAESA, y el trabajador que limpia habitaciones o sirve mesas cobra un salario de hambre. ¿Ese es el modelo socioeconómico “actualizado” que tanto cacarean?
Mientras Perelló teoriza desde su escritorio sobre sostenibilidad y desarrollo territorial, la realidad cubana muestra otra cara. Hay apagones que ahuyentan al turismo, aeropuertos vacíos, cruceros que dejaron de venir, y turistas que prefieren República Dominicana o México. Ellos saben que en Cuba todo es propaganda. El país que alguna vez fue el destino estrella del Caribe, hoy es un sitio donde la oferta turística no compite. Además, el atractivo principal es ver de cerca la pobreza disfrazada de folklore.
Al final, todo este discurso académico no es más que otro intento de tapar el sol con un dedo. El turismo en Cuba está quebrado, igual que la economía en general. No hay modelo sustentable posible en un sistema que prohíbe la iniciativa privada real, reprime al pueblo y convierte la industria del ocio en un negocio exclusivo de los militares. Que no nos vengan con cuentos. En Cuba el turismo no transforma territorios, transforma cuentas bancarias de generales. Y eso no se arregla con artículos, se arregla tumbando al régimen.