Enter your email address below and subscribe to our newsletter

EL TRUMP ES UN JODEDOR: QUE SE CUIDE EL CANELO

Comparte esta noticia

Por Max Astudillo ()

La Habana.- Cuando estudiaba en Los Camilitos tenía un amigo al que le pusieron un apodo y por más que hizo hasta lo imposible porque no lo llamaran por el mismo, todavía hoy carga con él, porque hay cosas que no cambian. Y lo mismo pasará con el golfo de México, por más que Trump quiera cambiarle el nombre por el de golfo de América.

Tampoco le será fácil al nuevo inquilino de la Casa Blanca devolverle a su país el control absoluto sobre el canal de Panamá, ni quedarse con Groenlandia, para controlar una parte importante del comercio por el Ártico y apropiarse de las reservas importantes de minerales de la isla más grande del mundo.

Canal de Panamá, cuál es su historia y por qué Trump quiere tener su  control - El Sol de México | Noticias, Deportes, Gossip, ColumnasMucho más fácil le resultará establecer la paz entre Israel y los territorios palestinos, incluso ponerle fin a la guerra en Ucrania, aunque no será un tema de 24 horas, como dijo alguna vez y muchos pensaron. Solo tiene que darle una llamada a Putin, dialogar un rato, y luego mandarle a decir a Zelenski que es hora de pararlo todo. Trump en esas cosas se maneja como pez en el agua, o como Marlon Brando en un escenario, por decirlo en términos teatrales.

Tiene otros frentes abiertos el presidente de Estados Unidos. Algunos de ellos más allá de sus fronteras, aunque tal vez no sean prioritarios, como el de resolver el problema de los migrantes, no solo expulsar a los indocumentados, sino impedir las oleadas que llegaban cada día a través de la frontera mexicana.

Tiene sus armas Trump, entre ellas los aranceles, con los cuales amenaza a México, a Canadá, a China y a la Conchinchina, si fuera necesario, porque él sabe que la economía es la más poderosa de todas las herramientas para someter a los enemigos, a los rivales, a los socios y hasta a la madre de los tomates.

En el área, allende sus fronteras, tiene un par de casos que pudieran entrar en su radio de acción: Venezuela y Cuba.

Trump toma decisión radical contra MaduroA su secretario de Estado, Marco Rubio, le apetecería ver caer al régimen de La Habana. No hacerlo por la vía de las armas, sino por las presiones políticas, porque él no es el jefe del Pentágono, sino solo el encargado de la diplomacia. Y lo mismo podría suceder con los Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Tareq William Saab en la mancillada Venezuela.

Maduro se robó, a la cara, las elecciones de Venezuela. Si las hubiera ganado, hubiera mostrado orgulloso las actas, pero no lo hizo, porque no podía. No tenía que mostrar. Actuó como el jugador de dominó que asegura haber ganado, pero no enseñó las cartas cuando se trancó la partida. Y encima de eso, siguió las orientaciones de La Habana y comenzó una cruzada de represión y encarcelamientos para demostrarle a la oposición dónde estaba el poder en el país.

Como siempre, hizo movimientos y uno de esos fue encargar, una vez más, con plenos poderes, a Diosdado Cabello, de ahogar, de cualquier manera, todo intento sedicioso. Y Cabello, un matón sin escrúpulos, se lo tomó muy en serio. Y hasta alardeó de ello en público y ante los medios de prensa. Mientras, el amanerado del fiscal general se encargaba de preparar los expedientes para los encarcelamientos.

En Caracas hay muchos con problemas gastrointestinales por estos días, pero en La Habana hay más. La cúpula cubana, sonrosada y rozagante, como se pudo ver la víspera en el bochornoso homenaje a los jóvenes que enviaron a la muerte en Holguín, sabe que tiene el futuro en el aire, y que en cualquier momento puede caer.

Díaz-Canel a Maduro en Caracas: "Podrán contar con Cuba hoy y siempre" |  RPP NoticiasA Cuba no hay que bombardearla. No hay que mandar drones a volar sobre la Plaza de la Revolución, ni tirarle un cohete. Los drones no tienen ni que salir de su origen, los barcos no hay que acercarlos a las aguas cubanas, porque el propio régimen está ansioso por caerse.

Un excompañero de clases, por cuyas venas corre la sangre de Ramiro Valdés, nada más y nada menos, me comentó hace unos días que hasta el comandante sabe que basta un ligero empujoncito para que todo «se vaya a la mierda», porque se ha dado cuenta de que todo ha sido chasco total y que ellos no podrán solucionarlo jamás. No fueron capaces de lograrlo cuando la desaparecida URSS les tenía puesta una tubería de petróleo y todos los recursos del mundo, así que menos podrán ahora cuando la economía y la vida del país, se encuentran en el fondo de un pozo inaccesible.

A mí Trump, insisto, me cae bien. Me parece un actor, que sale a escena a cumplir con un guion estudiado de antemano, siempre con un propósito muy claro: el de sobresalir por encima del resto del elenco. Con la diferencia que su escenario es el mundo, porque se trata del presidente de la principal potencia mundial y cualquier cosa que haga o diga tiene repercusión más allá de las fronteras de su país.

Me gustaría ver un mensaje suyo, directo, a Díaz-Canel. Me gustaría que lo emplazara, que le diera tiempos y plazos, para ver cómo el impuesto mandatario cubano pierde la compostura, cómo se enreda en sus discursos, cómo comienzan a sudarles las axilas en público, como ha pasado en otras ocasiones, entre ellas aquella del 11 de julio, cuando apareció exaltado en televisión para llamar a sus secuaces a actuar contra el pueblo.

Puede Trump realmente cambiar el nombre al Golfo de México? La historia de  quién lo bautizóEn fin, la llegada de Trump es una mala noticia para los regímenes totalitarios del mundo y aunque el histriónico mandatario estadounidense no haya hecho referencia abierta a La Habana, es muy probable que en cualquier momento se voltee hacia allí y le diga a la cúpula que no habrá más remesas, que no le venderán más pollo, que no permitirá empresas subsidiarias de Gaesa ni otras cosas, lo cual significará el fin del castrismo sin que haya que dispararles un cañonazo.

De todas formas, el segundo mandato de Trump acaba de comenzar, y todo no se puede resolver en un día. Eso sí, si logra la caída del régimen de los Castro, haré hasta lo imposible para que el golfo de México no sea el de América si no el golfo de Trump. A mí que más me da. Solo quiero una Cuba libre.

 

Deja un comentario