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Por Yeison Derulo
La Habana.- La prensa oficialista llenó sus panfletos sobre el recorrido de Miguel Díaz-Canel por varias termoeléctricas del país. Un texto maquillado para vender optimismo donde solo hay apagones, sudor y cansancio. Nos pintan a un presidente preocupado, interesado en cada detalle, cuando en realidad lo que intenta es disimular el fracaso de una política energética que ha dejado al país en tinieblas.
El guion es siempre el mismo: el mandatario aparece de sorpresa en una central eléctrica, pregunta por la “atención a los trabajadores”, sonríe ante los datos de megawatts que se incorporarán en “próximas horas” y promete que pronto veremos los resultados. Lo grave es que esas mismas promesas se repiten desde hace años, mientras el pueblo sigue alumbrándose con velas y cocinando con leña. Lo que venden como estrategia, en la práctica es un ciclo interminable de roturas, apagones y justificaciones.
Hablan de salarios de más de 20 mil pesos como si fuera lo más grande. Hablan de módulos de aseo y vacaciones para los hijos de los trabajadores, cuando la mayoría de las familias cubanas no tiene ni jabón para bañarse. El discurso oficial quiere mostrar un país que cuida a sus obreros, cuando en realidad los exprime y les ofrece migajas para retenerlos en medio de un éxodo masivo.
La propaganda insiste en los logros de la industria nacional, incluso la militar, para sustituir piezas de repuesto. Otro engaño. Si la industria militar pudiera sostener al Sistema Electroenergético Nacional, no estuviéramos con apagones de 24 horas. Lo cierto es que improvisan con piezas recicladas, con parches, con inventos desesperados. Y cuando una planta logra sincronizar, otra se desconecta por falta de combustible o por una rotura “imprevista”.
Lo que jamás aparece en estos reportajes es la raíz del problema: un gobierno incapaz de gestionar recursos, endeudado hasta los cojones, que depende de barcos de diésel que nunca llegan. No se menciona la corrupción, la mala planificación, ni la ausencia total de inversiones serias en un sistema eléctrico colapsado desde hace décadas. El culpable siempre es otro: el bloqueo, las roturas, las casualidades. Nunca la incompetencia del régimen.
Cada visita de Díaz-Canel a una central eléctrica es una puesta en escena para ganar tiempo. Se toman fotos, se pronuncian frases de aliento, se anuncian cifras que no cambian nada. La realidad sigue siendo la misma: un país apagado, con millones de cubanos que no creen en estas promesas recicladas.
La mentira más grande de todas es esa que repiten como un mantra: “con el esfuerzo de todos, vamos a salir adelante”. No, con ellos en el poder, lo único que hay garantizado es oscuridad.