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Por Raymar Aguado
La Habana.- La Policía Nacional Revolucionaria (PNR), en complicidad con el Departamento de Seguridad del Estado (DSE), me impone un «Acta de Advertencia». Esto es bajo el supuesto de «Incitación a delinquir» tras mi apoyo al paro universitario y contra el tarifazo de Etecsa.
Hoy, miércoles 11 de junio alrededor de las 11:00 am, una oficial de la PNR — que no se identificó — se presentó en mi vivienda. Vino para informarme que en los bajos de mi edificio me esperaba una patrulla. Querían trasladarme a la estación de Zanja y Dragones con el fin de ser sometido a un interrogatorio.
En el vehículo me esperaban el Capitán del DSE que se hace nombrar Jorge y otro que se negó a identificarse. Aunque luego pude comprobar que lleva los grados de Primer Teniente. El segundo, desde un primer momento se presentó desafiante. Llegó a gritarme y amenazarme con ponerme las esposas.
Al llegar a la estación de Zanja fui trasladado a la oficina de un Mayor de la PNR quien no se identificó. Él se mostró alterado y ofensivo. Los oficiales del DSE siguieron el mismo rumbo y comenzaron a lanzar sobre mí escarnios y amenazas. Frente a estas, como de costumbre, me mostré risueño y sarcástico. Me acusaban de los tópicos comunes: «contrarrevolucionario, anticubano, fracasado, mercenario» y tantos etcéteras caducos. Ante ellos, por supuesto, mis carcajadas no se hicieron esperar.
No hablaré de las tantas violaciones protocolares y/o a la legalidad cubana. Sabemos que los órganos represivos de un Estado autoritario responden a la ley de la barbarie y la violencia política. No tiene sentido explicar lo que cada persona ética y cuerda sabe: en Cuba se reprime cualquier muestra de disenso ante la tríada de poder y la casta militar/empresarial que gobierna.
En medio de los gritos y las ofensas, intentaron acusarme de mal procedimiento ante un oficial de la PNR. Esto por los sucesos ocurridos ayer con el Jefe de Sector de mi zona Oribel Díaz, quien no me quiso entregar la citación tras mi negativa a firmar. Luego de un sostenido careo con el mencionado Mayor, me concedieron la razón. Les aconsejé que deberían preparar mejor a sus subordinados. Esto, ya que no tienen idea de ningún procedimiento legal reconocido en Cuba. Pero tampoco el Mayor ni los oficiales del DSE tienen idea de leyes, solo para inventárselas con fines intimidatorios.
Posteriormente, entró en escena el oficial Anselmo Nuñez de Dios, otro Mayor de la PNR. Él fue el encargado de redactar el «Acta de Advertencia». En la misma, quedó explícito (aquí parafraseo porque no recuerdo textual) que se me acusaba de «incitar a los jóvenes universitarios a defender sus derechos recogidos en los estatutos de las universidades cubanas. Esto era un acto de incitación a delinquir y al desorden». ¿Es o no para reírse? Vale destacar que el Mayor Nuñez de Dios, salvo una amenaza transitoria, siempre se mantuvo respetuoso.
Acto seguido comenzó una etapa de intentar sacarme del paso con ofensas, a la cual respondí con afabilidad. Por eso, el Mayor sin nombre dio la orden de que me trasladaran a un cuarto caluroso. Esto fue porque en su oficina estaba «muy fresquito», según su consideración. Al instante me trasladaron a otro cuarto más pequeño y sin ventilación. Aquí el Primer Teniente del DSE me facilitó un cigarro mientras me amenazaban con trasladarme a Villa Marista, cuartel general del DSE.
Luego me sacaron a la carpeta de la unidad, donde me encontré con mi papá que me esperaba con cigarrillos. Mientras le comentaba sobre la amenaza del traslado a Villa Marista, el Primer Teniente se acercó para pedirle «entrevistarlo». Me opuse enseguida, ya que eso es una violación a todo tipo de protocolo legal. Pero mi papá, quien tiene un carácter fuerte, me dijo que aceptaba el interrogatorio. Más tarde me comentó que le enseñaron fotos de mis publicaciones y le pidieron intervención con vistas a convencerme para detener mi activismo. Eso es una forma de coacción e intimidación que además de ilegal es inmoral. Pero mi padre es una persona con mucha firmeza y nunca ha interferido en mis decisiones.
Después de unos 15 minutos más, me volvieron a trasladar al cuartico de antes, donde estaba abierta en una computadora una especie de ficha sobre mi persona. No pude leer nada, solo pude distinguir la misma foto de mi pasaporte. El Capitán que se hace llamar Jorge me mostró nuevamente el acta y en medio de sus amenazas pedí que me la prestara para leerla. Se negó con el argumento de que él no la había redactado. Pero para mi gracia, en ese momento entró nuevamente en escena el Mayor Nuñez de Dios, quien me autorizó la lectura del documento. Ahí pude constatar nombres como el de Carlos Rodríguez, que puede ser la identidad real del Capitán Jorge.
En síntesis, otro rato de divertimento junto a los represores del DSE.
Lo repito hartazgo: no les tengo miedo, no me intimidan. Ellos lo saben.
Mi activismo no parará por más interrogatorios, amenazas y actas de advertencia que me quieran imponer. Mi dignidad política y mi compromiso con la justicia es más grande que el poder represivo del DSE, de la PNR, del PCC y de cualquier funcionario cómplice.
El tarifazo es un robo y tenemos que enfrentarlo.