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EL TARDOCASTRISMO ODIA A LAS MADRES CUBANAS

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por Carlos Cabrera Pérez

La casta verde oliva y enguayaberada odia a los cubanos que discrepan de sus consignas huecas, como demuestra la negativa dictatorial de que un preso pudiera despedirse de su madre anciana; el catálogo odiador del tardocastrismo es inconmensurable.

Zoila Esther Chávez Pérez, 87 y madre del reo de conciencia José Gabriel Barrenechea, ha aguado la cínica fiesta de los tiranos, muriéndose una semana antes de la pamplina del Día de las madres, celebración de honda tradición popular en Cuba, uno de los lugares del mundo donde peor viven las madres.

Pero ello no impedirá que comunismo de compadres y sus asalariados llenen el próximo domingo la blogosfera de milicianas enternecidas con rosas y cake comprados por la izquierda; que les aproveche porque ninguna de ellas ha levantado la voz para condenar el trato inhumano dispensado a Zoila y su hijo, preso por protestas por la ola de apagones que aplasta a la mayoría de los empobrecidos cuba
El gesto calculado de impedir que un hijo se despida de su madre agonizando confirma el miedo que corroe a la dictadura más vieja de Occidente, pero también es fruto del envalentonamiento que produce en los matones, la indiferencia de la mayoría de la comunidad internacional y la complicidad de otros tiranos.

Ni siquiera, cuando cubanos han muerto en huelga de hambre y sed en las cárceles cubanas, la tiranía castrista ha sufrido el más leve rasguño, al contrario, ha sido reelecta sucesivamente en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, una burocracia al servicio del mal y salpicada de intereses cruzados.

Si cuando Pedro Luis Boitel murió en la cárcel, la comunidad internacional hubiera abofeteado políticamente a Fidel Castro, quizá no tendríamos que seguir lamentando muertes injustas y absurdas, que solo obedecen al rencor de quienes, en el fondo, se saben reyezuelos de una país destruido, de una nación saqueada, de una sociedad zombi y desvertebrada.

Odiar es una de las especialidades del castrismo y su epílogo, un sistema que confunde la ternura con el manoseo y la democracia con sus impulsos genitales; de ahí el silencio de millones de federadas, madres, abuelas, hermanas, esposa.

¿Quién fue Zoila Chávez? ¿Cómo habrá sido su vida? Poco importa, los cubanos padecen las secuelas de la constante tortura ideológica, asumiendo como normal lo siniestro y como anormal la felicidad de vivir en paz.

Ya confesó una de las asistentes a la verbena cínica del primero de mayo, fue a desfilar para «olvidar» los problemas, es decir, que cuando regresó a casa, sudada y con bandera, comprobó que el cuartico estaba peorcito.

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