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EL TARDOCASTRISMO NO SABE JUGAR PARA DOBLE PLAY

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Por Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- El tardocastrismo no sabe jugar para doble play, como acaba de volver a demostrar con el desamparo de los vecinos de San Antonio del Sur e Imías frente al ciclón Oscar, que ocasionó una docena de muertos y desaparecidos, derrumbó infraviviendas y dañó carreteras, caminos y siembras.

Esta vez, no funcionó la estrategia de Bastión; otro nombre para el montón de palabras vacías, pues muchos de los afectados no se enteraron que les venía un ciclón para arriba porque llevaban días sin luz y los Consejos de Defensa estaban comiendo de la que picaban los pollos; ahora vienen de Estados Unidos, mientras el gobierno central estaba en combate con las termoeléctricas que -previamente- ha destrozado.

Ya ocurrió algo parecido con el huracán Ian (septiembre de 2022, en Pinar del Río) entonces había luz, pero también elecciones al pan con na y -tanta era la obsesión con darle una lección democrática al mundo y a la contrarrevolución- que apenas se ocuparon de los problemas reales de las personas ni de las casas de tabaco que el meteoro acostó sobre los ricos suelos de San Cayetano.

Como en todo artistaje de la casta verde oliva y enguayaberada, ya los combatientes han emprendido el camino del maquillaje y la peluquería y ahora andan buscando a quienes supuestamente propagaron que la presa de San Antonio del Sur podría romperse, para juzgarlos y condenarlos ejemplarmente por jugar con los sentimientos del pueblo.

La ventaja que tiene esta maniobra es que podría sentar jurisprudencia para juzgar al presidente, al primer ministro y demás miembros del Buró Político del anticubano partido comunista por las veces que han engañado al pueblo, desde aquella tarde remota en que Díaz-Canel prometió socialismo próspero y sostenible.

El problema de los guantanameros no es que se mande a prisión a quienes, con mala intención o por ignorancia, hayan propalado una bola en medio de una desgracia natural; siempre que no estemos ante una operación diversionista de la Contrainteligencia para enardecer a los hambrientos, sino que les llueva café en el campo y que puedan vivir con sosiego.

Los ciclones, tornados, lluvias torrenciales e inundaciones apenas destrozan nada en Cuba, solo desnudan el esqueleto carcomido de quinquenios sin mantenimiento y desidia permanente, como esas paredes habaneras que, cuando orean, se caen solas.

Los muros aguantan mentiras, juramentos de amor y grafitis de toda métrica, pero sufren con la falta de pintura, cemento, arena, recebo y agua, pero esta fórmula invencible no está al alcance de los empinadores de papalotes en almíbar, empeñados en confundir el Citrogal con el champán y las barbacoas con penthouses.

Como ya es habitual en la fanfarronería verde oliva y enguayaberada, la maquinita ideológica ya anda produciendo insensateces y picuencias varias: Guantánamo se levanta, es la consigna predominante, pero al menos el meteoro adelantó una estampa de cómo sería Halloween en Cuba, con la mayimbada ataviada de verde guerrita con bolígrafos de la Oficola que, en manos revolucionarias, dan de baja hasta la madre de los tomates, que andan por las nubes en agromercados; como corresponde a un país ártico de corto verano y escasa superficie para la siembra.

Si alguien aún duda de la pasión cucalambeana que azota a la prensa estatal, tras el paso de Oscar, sirva de ejemplo, esta joyita:

«La inigualable voz del cantautor holguinero Nadiel Mejías vibró en el corazón de todos los presentes, recordando que la verdadera fuerza de un pueblo se mide no solo por su capacidad para enfrentar desastres, sino por su voluntad de levantarse juntos». ¿Habrá contado la tierna redactora las veces que ese pueblo se levanta sin tomar café porque Emiliana se fue para la yuma?

Guantánamo, al decir del invicto comandante en jefe, está a 90 milímetros del imperialismo ¡que suerte!, pero lo malo es que está invadido por el comunismo de compadres, que es la versión contemporánea del caballo de Atilas, por donde pasa, solo crecen los derrumbes.

 

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