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EL REY DEL PRU DE GUISA

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Por Manuel Viera ()
La Habana.- Ciro Batista llegó a Guisa en los años 40 del siglo pasado y, sin querer o queriendo, el bayamés se quedó para siempre en el pueblo atrapado por sus montañas.
La sonrisa de María lo dejó enganchado y se mudó con ella. Levantó su casa en la calle Guamá #8, en el barrio de Las Manacas, que entre los barrios es, y será, uno de los más populares de Guisa.
El hombre era emprendedor y no pasó mucho tiempo para que él y su esposa crearan la primera guarapera de Guisa, un refugio por donde pasaban a refrescarse los guiseros de aquella época.
Se volvió tan popular que hasta una canción le hicieron. Pero Ciro quería rodearse de hijos y hacer grande su familia. Su espíritu estaba marcado por una inquietud constante, una sensación de que algo más grande lo esperaba.
Un día se dio cuenta de que en Guisa no había prú, nadie lo hacía y él sabía la receta. Así que salió al monte a buscar bejucos, hojas y raíces. Las mezcló con especias y cuando lo dio a probar, la gente del barrio se quedó loca con aquella bebida tan rica.
A principios de los 50, Ciro era el rey del prú en Guisa. Repartía cajas y más cajas del líquido picante a los negocios de Guisa y Bayamo. Tuvo que buscar trabajadores para su negocio porque ya no podía él solo con su esposa.
En botella oscura y etiquetado, cuentan que cuando lo destapabas bien frío, la chapa de la botella salía disparada y luego salía burbujeante. Era el refresco guisero por excelencia. El que probaba uno volvía a repetir y es que se fue superando hasta hacerlo tan rico que se hizo tan popular que competía con los refrescos de cualquier tienda.
Empezaron a llegar los hijos y su sueño a hacerse realidad.
Llegó 1959 y con él la revolución y sus leyes. Le quitaron su guarapera. El rey del prú ya no pudo repartir más cajas y parecía que todo se venía abajo. Pero siguió vendiendo el refresco en su casa y con eso levantó a su familia y a sus nietos.
El Pru: Bebida típica del oriente... - Cubanos en Medellín | FacebookCorrían los años 60 y el rey decidió acercarse a los dirigentes de gastronomía con su prú bendito para enseñarles cómo se hacía. Así empezó a venderse en toda Guisa por muchos años hasta convertirse en una tradición. Muchos aprendieron a hacerlo, aunque nadie pudo superar el brebaje de Ciro.
Yo recuerdo en mi niñez las botellonas en la candonga. Los niños de la escuela Turcios Lima nos escapábamos a comprar, solo para sacudir la botella y ver cómo se desbordaba burbujeante. Pero la tradición del prú fue desapareciendo, parece que se fueron acabando las raíces de bejuco indio, el azúcar, la pimienta picante y con eso también se fue apagando la tradición.
Ciro empezó a trabajar el resto de su vida en el Hospital de Guisa (Adriana del Castillo), pero nunca dejó de hacer el prú oriental que tanto gustaba en su barrio, el que un día lo hizo soñar en grande y lo convirtió en el Rey del Prú de Guisa.

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