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Por Sergio Barbán Cardero ()
Miami.- Lo que acabamos de escuchar no es más que otra muestra del cinismo del régimen. Un vocero que ni siquiera da la cara, escondido tras un canal en YouTube, pretende dictarnos desde La Habana quiénes son “pacíficos” y quiénes son “fascistas”.
Ese “Guerrero Cubano” no es más que un cobarde que se oculta, mientras en Miami sus títeres hacen el espectáculo bajo sus órdenes.
Hablan de “profamilia”, cuando fue precisamente la dictadura la que destrozó a la familia cubana, prohibió durante décadas las salidas del país, y todavía hoy divide familias con permisos selectivos de entrada y salida.
Hablan de “libertad de expresión”, cuando en Cuba un cartel con la frase “Patria y Vida” basta para condenar a un joven a años de prisión.
El historial represivo está ahí: el Maleconazo de 1994, el 11 de julio de 2021, las protestas en Nuevitas, Guantánamo, Isla de la Juventud y Pinar del Río. Todas fueron sofocadas a golpes, con palos y tubazos, sin medir consecuencias.
El 11 de julio incluso se disparó contra manifestantes, dejando heridos y muertos. Un joven fue condenado a 10 años de cárcel solo por romper un retrato de Fidel Castro. Ese es el verdadero rostro de la dictadura que ahora pretende vestirse de defensora de la familia.
El caso de Carlos Lazo es el ejemplo perfecto: un manipulador ideológico que se disfraza de “constructor de puentes”, cuando en realidad esos puentes tienen un solo sentido: del bolsillo del exiliado hacia las arcas de la dictadura. No son puentes de reconciliación, son puentes de sometimiento, creados para asegurarle al régimen la entrada de divisas, a costa del sudor y sacrificio de quienes trabajamos dignamente en el exilio.
No hay ni un ápice de moral cuando acusan al exilio de odio o fascismo. El verdadero odio lo sembraron ellos desde el inicio, persiguiendo a todo el que pensara distinto, dividiendo a la nación y destruyendo el tejido social. Que no pretendan ahora disfrazar su chantaje económico con discursos de “amor a la familia”.rsonaje.