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EL RÉCORD OFENSIVO MÁS ANTIGUO DEL BÉISBOL CUBANO

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Por Benigno Daquinta ()

El récord ofensivo más antiguo de una serie nacional data de la séptima edición, correspondiente a los años 1967–1968, cuando Miguel Cuevas, de Granjeros, conectó 11 fly de sacrificio.

Esa estadística se le anota al bateador que produce una conexión out (o pudo ser out) a los jardines e impulsa a un corredor que se encuentre en tercera base (aunque si anota desde segunda también va a su cuenta, aunque es mucho más difícil). Si el batazo solo sirve para que un hombre avance a segunda y/o tercera, no se contempla como tal, pues no hay carrera empujada.

Los jugadores que más sacrificios de fly tienen en nuestras series son el tunero Danel Castro (96), el villaclareño Ariel Borrero y el santiaguero Orestes Kindelán (91), seguidos por el capitalino Antonio Scull (89).

Por su parte, hubo un bateador que compareció al cajón de bateo mil 360 veces (de ellas mil 233 oficiales), y nunca conectó un batazo que fuera a los libros como fly de sacrificio: el tunero Osvaldo Calzada, quien participó en siete temporadas.

El blog de Pedraza Ginori: UN JONRÓN CADA 12 VECES AL BATEEl sacrifico de toque o también llamado sacrificio de hit es cuando un bateador es out (o pudo ser out) al tocar la bola y avanza a uno o más corredores. El récord es joven, pues en la 50 serie, campaña de 2010-2011, el mayabequense Orlando Lavandera, jugando con La Habana, se sacrificó en 25 oportunidades.

Quien más veces tocó la bola para adelantar corredores en nuestros clásicos fue el camarero pinero Dainier Gálvez (217), escoltado Carlos Tabares de Industriales, (200), el jardinero villaclareño Andy Zamora (161) y el receptor guantanamero Roberto Borrero (152), los únicos por encima de 150.

Sin embargo, el que más comparecencias tuvo al home plate, con ocho 168 (de ellas siete mil 57 oficiales) sin haber sido mandado a tocar para adelantar corredores es el toletero Yordanis Samón, que ha jugador en varios equipos, entre ellos Granma, Matanzas e Industriales.

Estrellas de SN: El infortunado Alejo O'ReillyEl matancero Lázaro Junco lo escolta con seis mil 562 comparecencias (5780 VB). En la lista la lista de los grandes sluggers que jamás fueron sacrificados aparecen Romelio Martínez, Alejo O´Reilly, Reinaldo Fernández y Pedro José «Cheíto» Rodríguez.

Orestes Kindelán y Miguel Cuevas solo tocaron una vez para adelantar a los corredores y otros como Antonio Muñoz, Agustín Marquetti y Armando Capiró lo hicieron solo en dos o tres ocasiones.

El récord de más sacrificios por un jugador en un juego ocurrió el 15 de diciembre de 1999 en el municipio de Bolivia, Ciego de Ávila, donde Villa Clara derrotó por 6-4 anfitriones en una jornada en la que Víctor Ramos Cabarroca se anotó cuatro sacrificios, tres de toque y uno de fly.

Eso quiere decir que de las cinco veces que llegó al cajón de bateo, al menos en cuatro de ellas tenía corredores en circulación con menos de dos outs (en tres ocasiones en primera base y una en tercera) y en el único turno que no se sacrificó, el camarero villaclareño tomó ponche.

¿Pero cuál es el pelotero menos sacrificado en nuestras series?

El pelotero menos sacrificado de nuestras series es el fornido inicialista y receptor guantanamero Pedro Pablo Revilla, quien en cinco campañas compareció 561 veces al home, de ellas 482 contabilizadas como veces al bate y jamás se sacrificó ni de toque ni de fly.

El también fornido avileño Fernando Ibáñez, quien en tres campeonatos compareció en 328 al home (307 oficiales) es el segundo, y parece que a los avileños no les gustan los sacrificios, pues otro, el receptor Vicente Marín compareció 325 veces a la goma durante ocho campañas (el que más series jugó) y tampoco se sacrificó nunca.

Luego le sigue el receptor mayabequense Obdulio Pérez, que vistiendo la franela del equipo La Habana en cuatro series no cedió ningún out para adelantar corredores en 297 comparecencias. E incluyo al también camagüeyano Tomás Ruiz, un antesalista que jugó solo la serie de 1967-1968 con Camagüey y fue al home en 284 oportunidades.

Una curiosidad: Tomas Ruiz tiene el mérito de empujar con dead ball con las bases llenas en el séptimo inning, frente al lanzador avileño Julio Blanco, la carrera con la que Camagüey derrotó a Granjeros, 1-0, en el único juego en nuestros clásicos que el equipo ganador no bateó de hit.

Eso ocurrió el 16 de marzo de 1968 en el estadio Cándido González, y el vencedor de ese partido fue Florentino Alfonso, autor de lechada de cinco hits, y ahora les cuento cómo cristalizó la carrera:

El lanzador Florentino Alfonso -el pitcher aún bateaba- cedió el primer out de torpedero a primera. El jardinero izquierdo Reinaldo Quevedo se embasó por error del tercera base de Granjeros, Vicente Diaz. El torpedero Jorge Hernández cedió el segundo out out de tercera a primera y Quevedo pasó a la intermedia.

Entonces, el inicialista Ángel Galiano fue transferido intencionalmente, y el jardinero central Abilio Amargo recibió boleto para llenar las bases, entonces el antesalista Tomas Ruiz recibió pelotazo para empujar la única del juego, antes de que el jardinero derecho Dagoberto Mesa cediera el tercer out.

Julio Blanco, quien lanzó durante siete entradas sin permitir hit fue el perdedor del encuentro. El octavo capítulo lo lanzó el también avileño Elpidio “Chacha” Jiménez, quien tampoco permitió indiscutibles.

El béisbol es un deporte impredecible, y eso de ganar un juego sin batear de hit parece sacado de un cuento, pero cuando el marcador es 7-5 se convierte en ciencia ficción.

Eso ocurrió en la pasada temporada del beisbol profesional de Estados Unidos, clase doble A, cuando el Chattanooga perdía por 3-0 en su última oportunidad al bate e hizo siete carreras sin batear de hit, aunque hubo cinco bases por bolas, cuatro pelotazos, un error, un wild y un par de ponches.

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