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Por Manuel Viera ()
La Habana.- Una bolsa de ocho panes costaba 500 pesos en La Habana este sábado, y aún así están escasas. Así es el mercado.
Y así funciona, no solo en Cuba, sino en todo el mundo.
A ver, funciona así si quienes tienen que entenderlo, lo acaban de entender.
No se trata de amenazar con multas y decomisos. No se trata de reprimir al comerciante, todo no es más que oferta y demanda.
Cuando hay oferta, los precios solos se regulan. La regulación excesiva, el hipercontrol, las prohibiciones como deporte solo generan más escasez y mucha, muchísima, corrupción.
Cuando no hay oferta, el pueblo no sólo termina pagando la escasez, sino también el sobreprecio. No se trata de engrosar el presupuesto con millones de pesos provenientes de multas sino de competir en eso de producir bienes y prestar servicios.
No se trata tampoco de ir a quitarle la harina o el pan al privado que lo vende, para repartirlo hoy y que mañana no tengamos.
La solución, incluso a la improductividad socialista que nos está matando, está en fomentar y liberar el mercado no en reprimirlo.
¿Es algo tan difícil de entender?
Los detractores del libre mercado basan sus teorías en la distribución y en que, liberalizado, no todos podrán acceder a los bienes por igual. Sin embargo, la centralización, el hipercontrol y la represión del mercado han demostrado siempre que bajo los lemas de ls «justicia social» son más los que se quedan sin comer. ¡Piénsenlo!