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Por Ulysses Pereira ()
Toronto.- Entre el farrago de noticias de ayer, quiero precisar dos cosas: el perdón a una serie de personas por parte de Biden, como postrero gesto de su nefasta presidencia (sin olvidar siempre he dicho que el nunca gobernó realmente).
Emitió perdones a los miembros de su familia, a Faucci, al General Milley, a Liz Chenney y a todos los miembros de la comisión del J6. ¿Por qué los perdonó, si aparentemente no han cometido crimen alguno? Un indulto presidencial no toma su completo efecto hasta que el sujeto lo acepte, según una sentencia de la Corte Suprema de 1915, y, una vez aceptado, se toma como «admisión de culpabilidad».
¿Han aceptado estos desfachatados el perdón presidencial?
El segundo punto es más escabroso: soy inmigrante y he cumplido todos los pasos para llegar a tener un pasaporte del país que me admitió generosamente. Pero estoy en desacuerdo con que cruces ilegalmente una frontera violando las leyes de un país y después hables de «derechos».
El sistema de inmigración de Estados Unidos debe ser reconstruido desde cero. Las fronteras deben estar cerradas y el que quiera emigrar por motivos equis debe hacerlo legalmente. Hay muchas familias que han realizado los pasos pertinentes y legales para reunirse y están esperando los resultados durante años.
¿Qué hay muchos ilegales que trabajan y que tratan de integrarse? Muy cierto. Para ellos debe haber una solución, pero sin olvidar que han violado ilegalmente las fronteras de un país y eso debe tener un precio para que no vuelva a pasar.
Son desgarradoras las imágenes que pasan, una y otra vez, por las televisoras en español, que son de las grandes enemigas de América, basadas en la superchería de la integración (si no hablas el idioma del país al que vienes, jamás te integrarás) de las personas que vieron sus citas de la CPB One suspendidas.
Son terribles y uno se mueve a la conmiseración. Pero ese mar de personas tratando de entrar de cualquier manera, es nocivo para el país y debe parar. Una cosa es la inmigración ordenada y selectiva, con apoyo absolutamente familiar, y la otra es la invasión imparable a la que ha estado sometido Estados Unidos por décadas. con énfasis en estos cuatro años.
Ningún país puede sostener ese flujo, que es altamente pernicioso por la enorme cantidad de delincuentes, asesinos y criminales, que entran sin control para desarrollar sus actividades dentro del país.
Frontera cerrada, ejército en la frontera, declaración de emergencia nacional, son solo los pasos lógicos y primarios a seguir. El ejército americano no tiene mejor guerra que librar que la de defender sus fronteras y a sus ciudadanos.