Por Esteban Fernández Roig
Miami.- No puede pasar un solo mes de enero sin esperar el día 28. No se puede predicar patriotismo sin acudir a él, cuatro letras tiene Cuba, cuatro las de su sagrado nombre. El hombre de los cuatro acentos.
Imposible lanzar una arenga patriótica sin evocar una de sus bellas estrofas, sus versos para los patriotas son como versículos de la Biblia para los religiosos.
Allá y aquí, en Cuba y en el destierro, morimos en las casas y en los hospitales, él murió en Dos Ríos encaramado en su corcel Baconao.
Les predicó a nuestros bisabuelos y abuelos, pero les escribió La Edad de Oro a los niños, vivió desterrado la mayoría de su vida, pero nunca dejó de amar y defender a su tierra natal.
Nace en La Habana un 28 de Enero y muere un 19 de Mayo en Oriente. No hubo aspavientos, algarabías, pompas ni una ostentosa velada…
Seres malvados han tratado inútilmente, durante los últimos 66 años, de robárselo, de atribuirle contribución a la destrucción de Cuba. Esa gloriosa tierra que él enalteció. Se equivocaron soberanamente… Esa es una misión imposible.
Hizo a Cuba suya en Dos Ríos, y si Cuba es nuestra madre, él es nuestro padre. Producto de esa unión nació el patriotismo cubano. El nuestro y el que le tenemos que inculcar a nuestros herederos. Porque ellos también son herederos de él.
No, no es necesario poner su nombre, su nombre está grabado con letras de oro en los pechos de todos los cubanos de verdad. En nuestras mentes.
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