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Por Ulises Toirac ()
La Habana.- Me ha tocado un poco de silencio en las redes. No solo porque ando trabajando a nivel de locura mi próximo libro (que será una novela y no taaaaaaan humorística… aunque sí) que dejó de llamarse «Descubriñando» y ahora se llama «Descubridores descubiertos».
No sé cómo coño investigaban antes pero con chatGPT y tó… ¡le ha roncao la carabina averiguar los detalles del primer viaje de Cristóbal Colón y los antecedentes. Imagínate que la novela anda por las 50 páginas aproximadamente y los textos de investigación casi llegan a 400. En fin la cagástrofe. La historia se las trae.
De lo que estoy convencido es de que la que voy a contar yo (que no va en contra de la historia conocida) … No la ha contado nadie.
Pero tengo que hacer un alto porque me siguen llegando reportes de #LocosDeBarrio, el de cuentos que ya publiqué con unas 50 historias muy cortas. La gente me está reportando no solo que les ha llegado, sino que lo han leído. Y ¡me cago en mi estampa! Me da cosita las opiniones que me escriben de esas historias y del libro en general.
Entiendo perfectamente que algunos lo han comprado por curiosidad («¿este que siempre se ha subido a un escenario qué coño hace escribiendo un libro?»). Otros llevados por mi figura («¿este que siempre se ha subido a un escenario escribiendo un libro?, ¡eso hay que echárselo!») y otros por apoyarme («este que se sube a un escenario y no lo dejan, coj…»). una combinación, quien sabe.
Lo que sí me queda claro es que no esperé esas ventas y esas opiniones. Y es algo que agradezco desde mis calcañales, embarrándose de espíritu por todo el recorrido hasta mi corazón.
Vuelvo a repetir que me duele no poder venderlo en Cuba. La única manera que encontré para poder publicarlo fue en una editora online que imprime a demanda y envía.
Obviamente, la impresión y el envío es en dólares. Y con lo que le costaría a un cubano el total de la sumatoria de sablazos (les juro que mi sable es el más cortico) puede vivir una persona un mes. En fin… o publicaba o no publicaba. Me llena de pena y un poco de vergüenza, pero no tenía alternativas.