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Por LaSai Dela Vida
La Habana.- Hay un niño de 11 años sentado en una cubeta en una esquina. No logré escuchar lo que decía porque llevaba mis audífonos. Sin embargo, le miré a los ojos mientras yo pasaba y no pude evitar poner pausa. Me regresé a escucharlo. Le pregunté qué había dicho y me enseñó un muñeco de peluche con una felpa que tenía en la mano. Me di cuenta que los estaba vendiendo y le dije:
– ¡Ah, estás vendiendo estas cositas!
¿Tienes algo más?
Me dijo que sí, que vendía medias, ¡íntimas…!
Le pregunté por qué vendía y me dijo que estaba ayudando a su mamá.
– ¿Dónde vives?
– Allí -me enseña- ¡aquella es mi mamá!.
Veo a una señora vendiendo algunas cositas también, en una casa que en cualquier momento sale en las terribles noticias de derrumbes.
Ha salido la señora que trabaja en la Pyme del frente. Pasándole la mano por la cabeza al niño -que se nota no visita a un barbero hace rato- me ha dicho con cara de pena «ellos son tremendos luchadores».
Le he dicho «lamentablemente no te voy a comprar nada, pero me gustan mucho los niños que ayudan a su mamá. Llévale esto ahora a ella».
Le cerré la mano sin que alcanzara a saber lo que llevaba. Vuelve si quieres y espero puedas vender mucho hoy, me ha vuelto a ver con sus ojitos que no mienten y me ha dado las gracias.
Agarró su cubeta y miró para ambos lados al cruzar la calle. No podría describirte su cara, tampoco me quedé a ver la de su mamá. Sin embargo, puedo decirte que yo soy extremadamente sensible. Me fui agradeciendo a Dios y al universo. Mi hijo no tiene que salir a sentarse en la esquina de una calle para ayudarnos a poner un plato de comida en la mesa. Le pedí que ayudara mucho a las madres y a los niños que están en esa situación y les permita vender más.
PD: el señor del parque hace un año y medio me regala cada día un cucurucho de maní. Nos regalamos unos minutos de charla a veces, nos damos un abrazo y ya me dice te quiero, también agradezco por eso.