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EL MEJOR POETA

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Por Juan Carlos García Guridi

Bejucal.- Ningún poeta es mejor que otro, aunque existan «niveles» las comparaciones son siempre veleidosas. Entre mis preferidos y solo voy a referirme a escritores, se hallan Quevedo, Martí, Pessoa (lo incluyo por la cercanía lingüística), A. Machado, Unamuno, Borges, Vallejo, Huidobro, M. Hernández, Violeta y Nicanor Parra, A. Acosta, Vicente Gerbasi, Eliseo Diego, Fina García Marruz, Virgilio Piñera, Carilda Oliver Labra, Osvaldo Navarro y Georgina Herrera (Flor es mi Loynaz favorita), lo que no quiere decir que Quevedo sea superior a Góngora, Martí a Darío, Vallejo a Neruda, M. Hernández a Lorca, o Piñera a Lezama, por ejemplo…

Eso de que este es mejor que aquel es tan subjetivo como refutable. En mi caso, puedo decir que hay un Buesa que me gusta y otro que no, lo mismo me sucede con Guillén y Naborí, y los tres son excelentes.

Ángel Escobar, Wichy Nogueras y Raúl Hernández Novás más que un tridente insoslayable, marcaron una época en poesía cubana, cada uno con sus códigos, cada uno con su estética, y no creo que alguien se atreva a decir «este es mejor que el otro».

Por mi parte soy más dado a la emoción que transmite determinado texto o conjunto que al poeta en sí. No creo que el mejor exista. Entre los establecidos o «clásicos» cubanos vivos (cito a los más «longevos»), Domingo Alfonso, Waldo Leyva, Roberto Manzano y Adalberto Hechevarría están entre los que prefiero.

Sé que para algunos «modistos» del verso Waldo y Adalberto son demasiado tradicionalistas (incluso Manzano) y no cuentan, para mí en cambio, lo hacen y con honores. Entre los más recientes determinar quién es mejor, sería una verdadera lotería, son muchos los buenos y abunda la diversidad. Por lo general optamos por quienes más se acercan a nuestra sensibilidad e intereses.

Es obvio que en términos de construcción los hay con un mayor nivel de maestría, con un mayor dominio de las llamadas estructuras cerradas pero esto, si bien denota rigor y ofrece otras posibilidades de expresión tampoco es un medidor.

Los poetas para mí son como las estaciones del año, cada uno diferente y con sus encantos respectivos, ninguno superior. Al menos yo no sabría elegir entre Caridad Atencio y Nelson Simón, José Manuel Mederos y Efraín Riverón, Alberto Peraza y Jorge García Prieto, Damaris Calderón y José Luis Serrano, Carlos Esquivel y Juan Carlos Vals, Lucía Muñoz y Alexander Besú, Mae Roque y Ronel González, Pedro Peglez y Víctor Fowler, Carlos Zamora y Argel Fernández, Miroslava Pérez Dopazo y Giraldo Segura, Alex Fleites e Ismael González Castañer, Leymen Pérez y Jorge Luis Mederos, Alexis Díaz-Pimienta y Jesús Candelario Alvarado, Gleyvis Coro y Félix Luis Viera.

Y aclaro que no elaboré una lista ni existen olvidos, solo intenté contrastar estilos para una mejor comprensión de lo que intento transmitir a partir de los nombres que saltaron a mi mente mientras escribía.

Nada… Que hay espacio para todos, o para decirlo con Ramón de Amor, «todo es según el color del cristal con que se mire».

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