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El hombre que bajó primero: la solidaridad radical de James Zwerg

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En 1961, Estados Unidos ardía en plena lucha por los derechos civiles. Las leyes de segregación aún dominaban el sur, y subirse a un autobús podía ser un acto de desafío.

Ese fue el contexto de los Freedom Riders, jóvenes activistas —negros y blancos— que viajaban juntos por los estados del sur para desafiar la segregación en el transporte público.

Entre ellos estaba James Zwerg, un estudiante blanco de apenas 21 años.

El 20 de mayo de 1961, el autobús en el que viajaba llegó a Montgomery, Alabama, donde una turba blanca enfurecida los esperaba con bates y cadenas.

Cuando el vehículo se detuvo, Zwerg dio un paso al frente. Se ofreció a salir primero, sabiendo lo que eso significaba: absorber el golpe, dar tiempo a los demás para huir o protegerse.

La multitud lo arrastró, lo golpeó hasta dejarlo inconsciente. Su rostro quedó irreconocible, cubierto de sangre.

Días después, desde su cama de hospital, habló ante la prensa con la voz entrecortada: “Si mi sufrimiento puede hacer que un hombre entienda que debe ser libre, entonces vale la pena. No me arrepiento de nada.”

El gesto de Zwerg fue más que valentía: fue solidaridad radical, una demostración de que la lucha por la igualdad no tenía color.

Su imagen ensangrentada recorrió el país y se convirtió en símbolo del precio que muchos estaban dispuestos a pagar por la justicia.

James Zwerg no cambió el mundo solo. Pero ese día, al bajar del autobús, demostró que la empatía también puede ser un acto de resistencia. (Tomado de Datos Históricos)

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