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Por Esteban Fernández- Roig
Miami.- El peor de los infiltrados fue Alberto Delgado Delgado.
En 1961 va para La Habana, y se relaciona con algunos parientes de marcada postura contrarrevolucionaria y rápidamente los echó pa’lante y ahí mismo establece contactos con el Ministerio del Interior, y comienza su labor disfrazado como enemigo del régimen.
Según mi buen amigo Enrique Encinosa, el balance siniestro de la misión de este desmadrado infiltrado castrista fue el siguiente: más de treinta guerrilleros fueron llevados a juicio en La Habana.
Dieciocho hombres -entre ellos Amador Acosta, y una gloriosa mujer, Zoila Águila Almeida (La Niña de Placetas)- fueron sentenciados a largas condenas carcelarias, doce hombres incluyendo a los Comandantes Maro Borges y Julio Emilio Carretero, fueron condenados a morir fusilados…
Alberto Delgado, más conocido como “El Hombre de Maisinicú” se infiltró en las filas de los gloriosos alzados del Escambray. Y el hueco que les hizo fue de dimensiones garrafales.
El genocidio, producto de la intervención de este siniestro sujeto, formó un río de sangre patriótica de por lo menos cinco kilómetros de largo.
Queda prohibido olvidar a los grandes culpables, a los que ensangrentaron a la Patria desde la punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio.
Pero no se atormenten: “El hombre de Maisinicú” fue encontrado colgado en un árbol.