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Por Esteban Fernández Roig ()
Miami.- Ya a los 12 años estaba familiarizado con la gente de mi barrio y a los 14 con muchísimos coterráneos. A todos los niveles sociales desde los limoneros, como Pablo el berrero y Güirito Potaje, hasta los alcaldes Palomares, Tirso, Jaime, Tagle, Morales Febles, Julián Martínez.
Sabía que teníamos dos congresistas llamados Armando Fernández Jorva y Fillo Zervigón.
Medina nos servía las fritas, Sendo hacía los mejores batidos, Neno le ponía medias suelas a mis zapatos, Mariano Domínguez había fundado la Esquina de Tejas y la Viña Aragonesa, y la cantina del Casino la regía Pedro Enríquez.
Olga Marrero y Humberto Farradaz eran mis enfermeros, conocía los nombre de por lo menos 50 médicos, teníamos tres famosos poetas Francisco Riverón Hernández, Manolo Ortega y Barima Gort.
Pancho el policía cuidaba el parque y el semáforo, Maruquillo nos vendía los zapatos en la peletería La India, Juanito Domínguez era tremendo bombero, mientras en la Dulcería Quintero nos atendían Eddy, Reinaldo y Medina…
En la Percadora de Nicomedes Granda el chef Omobono nos preparaba tremendos chilindrones.
Carmita Ayala era propietaria del Teatro Ayala, y Ricardo Ortiz del Campoamor, el maestro Ayalita tenía el glorioso puesto de revistas y libros en los portales de La Viña.
Admiraba a nuestros cuatro concejales Eugenito, Ovidio, Tata y Rolando Marín.
Joseíto el Colorado nos vendía los vasitos de ostiones.
Y Gloria eterna al más insigne de los güinero el Mambí Clemente Fernández Castellanos