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El fracaso de la censura en la era de las redes

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Por Ulises Aquino Guerra ()

La Habana.- Nada le hace más daño a cualquier nación que la censura. Esta práctica, que vulnera la verdad y pretende imponer una mirada sesgada de la realidad, no solo causa un daño social antropológico, sino que también pretende modificar la realidad al gusto de los que ostentan el poder, obligando a la gente a percibir la realidad desde una mirada única y excluyente.

Como artista, como músico e intérprete, no soy un devoto de la obra de Celia Cruz; mi percepción artística siente predilección por otros géneros y formas interpretativas. Pero mis sentimientos patrióticos, éticos y ciudadanos me hacen sentir un profundo orgullo por una mujer negra y pobre que llevó la identidad cubana a todos los confines de la Tierra e hizo que el grito de «¡Azúcaaar!» sea identificado como paradigma de cubanía, con su bandera en el pecho y la estrella solitaria en medio de su corazón.

Negar a Celia es negar a Cuba también. Es como pretender eliminar la tercera parte de El Padrino porque actúa Andy García, o Mi Tierra porque canta Gloria Estefan, o negar el genio de Paquito D’Rivera o de Chucho Valdés, o ignorar a Willy Chirino, que durante más de 50 años ha puesto a bailar a todos los cubanos que emigraron y a los que, de todas maneras, con censura incluida, hemos bailado en Cuba con su música.

Es lo mismo que no reconocer a Aroldis Chapman y sus 105 millas por hora, o a Yulieski Gurriel, o pretender que no existen los Kendrys Morales, Randy Arozarena, Adolis García, etc., etc., etc., etc.

Las redes cambiaron el mundo

Esta nefasta práctica histórica hoy no funciona, por más que durante años hayan condenado al ostracismo a famosos actores, deportistas, músicos y todo tipo de profesionales porque en un momento determinado asumieron una posición política. Y lo siguen haciendo porque no acaban de entender que el mundo cambió; que las redes sociales hoy nos conectan con el mundo, más allá de manipulaciones o de lo que es más cierto que falso, pero nos conectan y nos proponen todo tipo de miradas, y no una sola.

La censura hoy se vuelve más contra quienes la pretenden usar como instrumento de dominación, porque es más fácil llegar a la verdad en estos tiempos. Que me obligues a callar no es sinónimo de que me obligues a pensar.

Cada acto de censura hoy, en las actuales circunstancias, se vuelve un acto de resistencia de la gente, a la vez que un acercamiento hacia lo prohibido. Son tiempos de hacer un homenaje a las libertades ciudadanas, a las capacidades de un pueblo que ya sabe mucho, que ha vivido lo que no ha vivido ningún otro pueblo en la faz de la Tierra.

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